quinta-feira, 21 de março de 2013
quinta-feira, 14 de março de 2013
domingo, 10 de março de 2013
Chavismo, Che, Chevron, muito em comum
Quando o mundo real se transforma em imagens, estas tornam-se seres reais e motivações eficientes de um comportamento hipnótico: a idolatria dos senhores da guerra, e o culto da personalidade. O pavilhão da feira é o auto-retrato do poder na época de sua gestão totalitária - competições dentro do show só escondem o carro da miséria. As diferentes formas da mesma alienação são erigidas sobre a ocultação das contradições reais. A sociedade moderna tem invadido drasticamente a superfície de todos os continentes: como o mercado de produtos tem que ser apresentado, oferece falsos "revolucionários" como modelos de revolução.
Chevron asegura negocios na Venezuela
Chevron asegura negocios en Venezuela

Redacción
Mientras el presidente Chávez vivía sus últimos momentos de vida, de bajo perfil se encontraba en Venezuela el director de la transnacional Chevron para mantener y ampliar sus negocios en el país. Como hemos documentado durante 13 años, el llamado “gobierno bolivariano” ha sido la garantía de gobernabilidad para el flujo energético al mercado mundial capitalista. Reproducimos la entrevista para que cada quien saque sus propias conclusiones.
Ernesto j. tovar , El Universal
domingo 3 de marzo de 2013 12:00 am
Con proyectos en marcha en la Faja del Orinoco y en los campos en el Lago de Maracaibo, la compañía petrolera estadounidense Chevron se enorgullece por las buenas relaciones que mantiene tanto con Petróleos de Venezuela como con el Ejecutivo nacional.
El presidente de Chevron África-Latinoamérica, Alí Moshiri, conversó con El Universal durante una visita a Venezuela que sirvió para poner sobre la mesa una expansión de sus actividades con Pdvsa, pero también para buscar fórmulas que permitan superar el fuerte escollo que significan la demanda mil millonaria en Ecuador y el embargo de activos en Argentina.
-¿Cómo están los negocios de Chevron en el país?
-En este momento probablemente tenemos el mejor desempeño en Petropiar y Petroboscán, con su mejor nivel desde 2003 y 1995, respectivamente. Petropiar esta produciendo 200 mil barriles diarios y estamos muy orgullosos de ese nivel. El año pasado invertimos $300 millones para rediseñar el mejorador de Petropiar y el éxito en ello nos dio la oportunidad de tener este récord en producción. Pero estamos aquí para hablar con Pdvsa sobre oportunidades para elevar aún más la producción en Petropiar.
Y en Petroboscán es la misma historia. La producción está en uno de sus niveles más altos, con mucha eficiencia y producción continua; pero creemos que podemos elevar la producción en Petroboscán. Estamos trabajando con Pdvsa sobre el acuerdo de financiamiento para poder poner más dinero en Petroboscán, e incrementar la producción. Sería una inversión de capital por parte de los socios con un acuerdo de préstamo para la empresa mixta. Es una oportunidad para invertir más dinero y elevar la producción, y no hay ninguna diferencia con otras compañías que si quieren elevar producción buscan un préstamo.
-¿Cómo se expandirá más Petropiar?
-Requiere inversiones y tendremos que discutir cómo podremos hacerlas, para llevar la extracción a 230 o 250 mil barriles diarios. Queremos trabajar con Pdvsa como socios.
-¿Hay alguna meta o plazo para esos proyectos?
-Eso depende mucho de cuánto podamos trabajar junto con Pdvsa. En los últimos 4 años nuestra sociedad ha sido muy fuerte. Colaboramos, nos ayudamos el uno al otro, y si te fijas en la actividad de Petropiar en el último año, que fue básicamente incrementar la capacidad, fue uno de los más grandes proyectos, libre de incidentes. La colaboración entre Chevron y Pdvsa es una de las mejores.
-¿Cómo está yendo el préstamo de $2 millardos a la empresa mixta Petroboscán?
-No puedo comentar sobre cuánto, pero puedo decir que el progreso está yendo bien. Somos muy optimistas. El dinero del acuerdo irá para la ampliación de la producción, y está atado a un programa de trabajo específico que está listo, y será ejecutado según lo previsto.
-¿Cuándo arrancará ese programa de Petroboscán?
-Soy bastante optimista en que será logrado y será muy pronto.
-¿Durante el año 2013?
-Muy pronto. Petroboscán y Petropiar son dos de los activos más grandes que Pdvsa tiene. Y estamos muy enfocados en asegurarnos en el cuidado de esas dos empresas mixtas.
-¿Pdvsa respondió su propuesta de elevar producción?
-Ya existe un objetivo común para elevar la extracción. Estamos trabajando juntos y no tengo una propuesta como tal para ello porque usualmente nos reunimos, conversamos con el ministro Rafael Ramírez y con el vicepresidente de Exploración y Producción de Pdvsa, Eulogio del Pino. La colaboración entre las dos compañías es como si fuera una sola corporación. Si acordamos elevar la producción, encontraremos una fórmula para ello. Ya tenemos un plan y una estructura financiera para ello, que es el acuerdo de financiamiento de Petroboscán.
-¿Es posible ampliar el financiamiento para incluir a Petropiar?
-Por supuesto. Si la expansión viene, estamos dispuestos a discutirlo. Lo hicimos el año pasado, y tiene sentido.
-¿Cómo tomó Chevron los cambios en la ley de Contribución por Altos Precios del Petróleo?
-Estar en Venezuela y ver estos cambios en la ley es una gran noticia, no solo para los operadores sino para los inversionistas. Es una perfecta señal del Gobierno venezolano para que los inversionistas vengan y quieran estar aquí para expandirse. Es una gran decisión tomada oportunamente, y una buena indicación de que el Ministerio de Petróleo escucha al sector privado, donde nos preocupamos por esto. Es una señal absolutamente muy positiva.
-¿Las decisiones en Ecuador y Argentina contra Chevron afectarán su relación con Venezuela?
-Primero que todo debo señalar que Chevron tiene una buena relación con cada país en América Latina: Argentina, Brasil, México, Colombia, hasta el Caribe y Trinidad. Quiero subrayar que respetamos a cada Gobierno de la región, elegidos en procesos democráticos, y eso incluye a Ecuador y a su presidente Rafael Correa. Texaco fue un buen socio en Ecuador, que siguió los procesos y procedimientos, pero desafortunadamente el problema con el Amazonas y Ecuador es sobre un grupo de abogados en Estados Unidos que no tienen otra intención sino extraer dinero a Chevron, ni se preocupan por la gente en Ecuador, insultan a la gente y la cultura latinoamericana.
Hemos contactado al gobierno de Ecuador, y personalmente contacté al presidente Correa y al canciller Ricardo Patiño, para tener una discusión directa con Quito. Estamos abiertos a que organizaciones como ALBA o Unasur intermedien.
-¿Esto afectará las inversiones de Chevron en Venezuela o Latinoamérica?
-Para nada.
etovar@eluniversal.com
Publicado por Naufrago en 14:46

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Etiquetas: Alí Moshiri, Chevron, extractivismo
sábado, 9 de março de 2013
(El Libertario/Venezuela) Comunicado sobre a morte de Hugo Chavez
(El Libertario/Venezuela) Comunicado sobre a morte de Hugo Chavez
Publicado por colibev em Março 6, 2013
Publicado em: Uncategorized. Com as etiquetas: actual, anarquismo, mundo.

Nem em dor, nem em celebração!
Chegou a hora da autonomia das lutas sociais!
Quando se associam uma doença gravíssima, cuidados médicos condicionados a decisões políticas míopes e um doente alucinado pelo poder, só se podia esperar este final: o caudilho morreu, e isso vai gerar uma mudança substancial na cena política venezuelana.
Neste momento, o que foi a maior fortaleza do regime converte-se na sua debilidade essencial: Chavez era tudo e, ao faltar, só falta conjugar a fidelidade absoluta à sua memória com a obediência às suas disposições de sucessão, evidenciando a fraqueza de um governo que procurou reforçar o seu suposto carácter “socialista e popular” com a prática de um grotesco culto de personalidade, agora convertido numa vazia invocação às suas últimas vontades. Ele próprio foi o principal responsável por este desenlace. O secretismo que rodeou a sua doença foi movido pelos mesmos impulsos de centralização extrema do poder, que é o que a falta de coerência interna deixa aos seus seguidores que combatem entre si pela herança do poder, com clara vantagem para os altos burocratas vermelhos – vermelhitos e para a casta militar, já em trabalhos de negociação que assegurem impunidade para os seus actos de corrupção.
Relativamente à oposição de direita e socialdemocrata, a nova situação encontra-os sem terem superado as derrotas nas presidenciais de 7-O e nas regionais de 16-D, eleições em que se tinham envolvido com avultadas promessas e com a oferta de um “populismo sifrino”, prometendo aos votantes manterem e serem eficientes no uso dos instrumentos clientelares que foram tão importantes para Chavez. Agora esta oposição acomodada quer que uma fortuita metástase ponha ao seu alcance a conquista do poder político de que as suas ambições, erros, preguiça, incompetência os afastaram durante largos anos, poder que exerceriam com similar estupidez e afã predador ao praticado pela boliburguesia chavista.
Face a esse quadro de calculismos mesquinhos e oportunistas, que torna iguais o Grande Pólo Patriótico e a oposição da Mesa de Unidade Democrática, temos a grave situação do país: inflação descontrolada, desemprego e precaridade no trabalho, desvalorização monetária, uma espantosa insegurança das pessoas, crise nos serviços de água e de electricidade, educação e qualidade dos solos, falta de habitações, obras públicas obsoletas ou em execução com atropelos, uma atenção que é apenas demagógica para as extremas carências dos mais necessitados e um etc., porque é menos desagradável não dizer tudo.
Esses problemas não são a preocupação central dos grupos em disputa pela cadeira presidencial de Miraflores e pela pilhagem petrolífera. Por isso, a nossa resposta colectiva deve recusar a chantagem de nos quererem exigir apoio eleitoral a troco de soluções que nunca chegam ou são ridiculamente insuficientes. Esta é a hora de deixarmos para trás essa cúpulas podres e construir a partir de baixo, com igualdade, justiça social e liberdade. Há que potenciar a indignação generalizada pela situação que estamos a viver, convertendo-a em lutas sociais autónomas, alargadas e a autogestionadas, dizendo claramente aos políticos do poder que não precisamos deles como intermediários ou outorgantes graciosos daquilo que, a partir de baixo e unidos, podemos construir sem necessidades de “mão brancas” ou “boinas vermelhas”.
http://redanarquistavenezuela.blogspot.pt/2013/03/comunicado-del-libertario-sobre-la_5.html
sexta-feira, 22 de fevereiro de 2013
CAPITALISMO REAL, A GÊNESE
E disse o diabo: "Haja capitalismo na terra". E foram criados patrão e empregado. E disse o diabo: "Haja um sistema econômico, social, político, jurídico e propagandístico". E disse o diabo: "Haja Estado". Em algumas regiões o Estado assumiu também lugar e papel de patrão. E a terra cindiu-se entre governantes e governados, ricos e pobres, classes dominantes e dominadas. Vieram guerras, caos, coerção, revoltas. E o diabo achou bom.
domingo, 6 de janeiro de 2013
O primeiro passo, por Leon Tolstoi
Leon Tolstoi
O primeiro passo
I
Em todos os atos de sua vida o homem deve empregar certo método, sem o qual, os fins que persegue não podem ser alcançados. Assim deve ser feito, quer se trate de coisas materiais ou espirituais. Tão impossível será ao padeiro fazer pão se não amassou a farinha e aqueceu o forno, quanto ao homem que aspira a uma vida moral realizar seu sonho, se não conseguiu previamente adquirir as diversas qualidades cujo conjunto faz que a possua, e se diga: “É um homem de uma vida moral inatacável”. Será preciso ademais que, para adquirir estas qualidades, siga uma marcha lógica e ordenada; que comece pelas virtudes fundamentais, e que suba uma atrás da outra as etapas que hão de levar-lhe ao fim que anseia.
Em todas as doutrinas morais, existe uma escala que, como disse a sabedoria chinesa, vai da terra ao céu e cuja ascensão não pode realizar-se de outro modo que começando pela primeira etapa. Prescrevem a mesma regra os brâmanes, os budistas e os partidários de Confúcio; encontra-se também nas doutrinas dos sábios da Grécia.
Todos os moralistas, tanto os deístas como os materialistas, reconhecem a necessidade de uma sucessão definitiva e melódica na assimilação das virtudes sem as quais não há vida moral possível. Esta necessidade se desprende da mesma essência das coisas e parece, portanto, que todos deveriam aceitá-la. Mas coisa estranha! desde que o cristianismo se converteu em sinônimo de Igreja, a consciência desta necessidade tende a apagar-se e só a conservam os ascetas e os frades.
Entre os cristãos laicos, se admite que um homem possa possuir virtudes superiores sem haver começado por adquirir aquelas que, normalmente, deveriam haver sido conquistadas em primeiro lugar: alguns vão mais longe ainda, e pretendem que a existência de vícios determinados de um indivíduo não o impedem de possuir ao mesmo tempo virtudes elevadas.
Resultou disto que hoje, entre os laicos, a noção da vida moral está, se não perdida, muito atrapalhada pelo menos.
II
Isto ocorreu, a meu juízo, do seguinte modo:
O cristianismo, substituindo o paganismo, colocou, a princípio, uma moral mais exigente; mas esta moral, como a do paganismo, só poderia conseguir-se depois de haver percorrido todos os graus da escala das virtudes.
Segundo Platão, a abstinência era a primeira qualidade que importava adquirir. Vinha depois o valor, a sabedoria e a justiça, a qual, segundo sua doutrina, era a mais alta virtude que pode um homem possuir. A doutrina de Jesus Cristo ensinava outra progressão: o sacrifício, a fidelidade à vontade divina e, acima de tudo, o amor.
Os homens que se converteram seriamente ao cristianismo, e que trataram de levar uma vida moral cristã, começaram contudo por adotar o primeiro princípio da doutrina pagã, abstendo-se do supérfluo.
Isso não significa que o cristianismo se apropriou do que o paganismo pregara antes dele. Ou que se pretenda rebaixar o cristianismo, equiparando sua alta doutrina ao baixo nível da pagã. Seria injusto; reconheço que a doutrina cristã é a mais alta que existe e não se compara ao paganismo.
A doutrina cristã é superior à dos pagãos e foi por isso que a suplantou; mas nem por isso podemos deixar de reconhecer que tanto uma como a outra encaminham o homem para a verdade e para o bem, e como ambas as coisas são no fundo imutáveis, o caminho que a elas conduz deve ser único. É por isso que os primeiros passos a serem dados em tal caminho devem ser forçosamente iguais, trate-se de cristãos ou pagãos. Qual é, pois, a diferença entre ambas as doutrinas? É que, ao contrário da doutrina pagã, que por sua própria natureza é limitada, a cristã tem uma tendência contínua para a perfeição.
Platão, por exemplo, estabeleceu como modelo de perfeição a justiça; enquanto Jesus Cristo escolheu a perfeição indefinida: o amor. ”Sede perfeitos como é perfeito vosso Pai celestial”. Nisto consiste a diferença. E, portanto, as diferentes relações dos ensinamentos dos pagãos e dos cristãos para os diferentes graus da virtude.
Segundo o paganismo, antes de conseguir-se a virtude mais elevada, os graus intermediários que se alcançam têm uma importância relativa: quanto mais altos são, maior somatória de virtudes precisam. Resulta disso que, do ponto de vista pagão, pode-se ser mais ou menos virtuoso ou mais ou menos vicioso.
Segundo a doutrina cristã, se é ou não virtuoso. Pode-se ser virtuoso com mais ou menos rapidez, mas ninguém se reputa como tal até que haja cumprido sucessivamente todos os requisitos necessários para isso.
Vou explicar-me. Para os pagãos, o homem prudente é virtuoso; mas aquele que à prudência acrescenta o valor, o é mais que o outro, e se a estas duas qualidades se acrescenta o sentimento da justiça, se alcança a perfeição. O cristão, pelo contrário, não pode ser superior nem inferior a outro moralmente, mas é mais cristão quanto mais rapidamente anda pelo caminho da perfeição, seja qual for o grau em que se encontre num dado momento; de modo que a virtude estacionária de um fariseu é menos cristã que a do ladrão, cuja alma se encontra em pleno movimento para o ideal e que se arrepende na cruz.
Tal é a diferença entre ambas as doutrinas. O paganismo considera a abstinência como uma virtude, quando o cristianismo não a admite mais que como um meio de encaminhar-se ao sacrifício, condição primeira de uma vida moral.
Entretanto, nem todos os homens consideram a doutrina de Jesus Cristo como uma tendência contínua à perfeição; a maioria a compreendeu como uma doutrina redentora; a redenção do pecado pela graça divina, transmitida pela Igreja, entre católicos e ortodoxos, e a crença na redenção entre os protestantes e calvinistas. Esta doutrina fez desaparecer a sinceridade e a seriedade da atitude dos homens a respeito da moral cristã. Os representantes destes organismos poderão pregar interminavelmente que tais meios de salvação não impedem ao homem aspirar a uma vida moral, mas, pelo contrário, a isso o induzem; mas certas situações engendram por si mesmas certas conclusões, e nenhum argumento poderá impedir que os homens a aceitem.
Eis aqui por que o homem que está imbuído nesta crença de redenção não terá energia suficiente para assegurar sua salvação por meio de seus próprios esforços: achará muito mais simples aceitar o dogma que lhe foi ensinado, e esperar que a graça divina lhe perdoe as faltas que pode cometer.
Isso é o que ocorreu à maioria dos adeptos do cristianismo.
III
Tal é a causa principal do relaxamento dos costumes. Para que conformar-se com certos hábitos? Para que privar-se de tal ou qual coisa, já que o resultado há de ser o mesmo? Para que deixar costumes agradáveis, já que a recompensa há de vir de todos os modos? Recentemente publicou o Papa uma encíclica sobre o socialismo. Neste documento, o chefe da Igreja, depois de uma pretendida refutação da doutrina socialista sobre a ilegitimidade da propriedade, disse expressamente que “ninguém tem a obrigação de socorrer o próximo se não tem mais que o necessário para si ou sua família, ou se, para fazê-lo, tenha de diminuir aquilo que exigem as conveniências mundanas. Ninguém, de fato, deve viver prescindindo de tais conveniências”. (Isso foi retirado de São Tomás: Nullus enim inconveniénter débet vívere). “Mas depois de haver satisfeito as necessidades e as conveniências exteriores" – diz ao fim da encíclica -, "é dever de todos dar o supérfluo aos pobres”.
Assim prega o chefe da Igreja mais difundida hoje em dia; assim pregavam os pais da Igreja, que criam insuficiente a salvação por meio da ação.
Junto à pregação desta doutrina egoísta que prescreve dar ao próximo aquilo que não nos é necessário, prega-se o amor a esse mesmo próximo, e sempre se citam com ênfase as célebres palavras pronunciadas por Paulo no capítulo XIII de sua primeira Epístola aos Coríntios. Embora a doutrina do evangelho esteja cheia de chamamentos à abnegação, e afirme que esta virtude é a primeira das condições para alcançar a perfeição cristã; embora se diga que “quem não tomar sua cruz, quem não renegar seu pai e sua mãe, quem não arriscar sua vida...”, estes homens persuadem os demais de que não é necessário, para amar o próximo, sacrificar aquilo a que se está acostumado, e que basta dar o que se julgue conveniente.
Assim falam os pais da Igreja. Portanto, aqueles que rechaçam a doutrina da Igreja (em todo o que se refere a manifestações exteriores de culto) pensam, falam e escrevem de igual maneira que os livres-pensadores. Estes homens creem e fazem crer aos outros que, sem necessidade de refrear suas paixões, pode-se servir à humanidade e levar uma conduta moral.
Os homens, depois de rechaçar as práticas pagãs, não souberam assimilar a verdadeira doutrina cristã; não admitiram a marcha progressiva no caminho da virtude, e permaneceram estacionários.
IV
Em outro tempo, antes da aparição do cristianismo, todos os grandes filósofos, começando por Sócrates, acreditavam que a primeira das virtudes a ser adquirida era a abstinência, e que querer adquirir outra sem possuir esta era impossível.
É evidente, de fato, que o homem que não sabe conter-se é presa fácil para todos os vícios, e não pode levar uma vida moral. Antes de pensar na generosidade, no amor, no desinteresse, na justiça, é necessário que o homem aprenda a dominar-se e que seja bastante forte para vencer seus apetites.
Tal como hoje se enxerga, tudo isso é inútil; temos a convicção de que o homem pode levar uma existência completamente moral, e, no entanto, deixar-se arrastar por sua paixão pelo luxo e pelos prazeres.
Parece que, seja qual for o ponto de vista – utilitário, pagão ou cristão – em que alguém se coloque, o homem que explora por seu próprio gosto o trabalho, e frequentemente, o trabalho mais penoso dos demais, age mal, e este é o primeiro costume que deve rejeitar, se aspira a levar a existência própria de um homem honrado.
Do ponto de vista utilitário, é uma má ação, pois obrigando os demais a trabalhar para ele, se encontra sempre o homem em uma situação deplorável: se acostuma a satisfazer suas paixões, e se converte em seu escravo, já que as pessoas que trabalham para ele o fazem com inveja e descontento, e só esperam uma ocasião favorável para livrar-se dessa necessidade. Por conseguinte, o homem se encontra sempre exposto a manter-se com costumes arraigados, que num momento dado talvez não poderá satisfazer.
Do ponto de vista da justiça, é também uma má ação, porque é mal aproveitar para seu prazer o trabalho de indivíduos que, por esta única condição, não podem dispor a centésima parte das alegrias que contribuem para assegurar ao que os empregam. Do ponto de vista do amor cristão, parece supérfluo demonstrar que o homem que realmente ama seu próximo, longe de servir-se do trabalho alheio, deve dar, pelo contrário, uma parte de sua atividade para contribuir ao bem-estar dos demais.
Estas exigências do interesse, da justiça e do amor, as desenha por completo nossa sociedade. Segundo a doutrina dominante hoje em dia, considera-se como coisa desejável o aumento dos benefícios, como um indício de desenvolvimento intelectual, de civilização e de perfeição.
Os homens que são chamados de instruídos estimam que estes costumes de luxo, que esta tendência ao refinamento, são indícios certos de uma superioridade moral que se equipara à virtude. Quanto mais necessidades têm, mais refinados são e mais valem.
A poesia descritiva e as novelas do último e penúltimo século corroboram o que dizemos. Como se pinta os heróis e heroínas que representam o ideal da virtude? Na maioria dos casos os homens que devem representar algo nobre e elevado, desde Childe-Harold até os últimos heróis de Félier, Trolop e Maupassant, são parasitas que devoram com seu luxo o trabalho de milhares de homens, enquanto que nenhum deles é útil para nada nem a ninguém.
Quanto às heroínas, não são mais que cortesãs que proporcionam mais ou menos prazer aos homens, e que desperdiçam o trabalho alheio em proveito de seu luxo.
Recordo que quando eu escrevia novelas passava uma dificuldade quase insuperável; contra ela lutei e lutam ainda hoje quantos novelistas tenham consciência do que é a beleza moral verdadeira; esta dificuldade consiste em descobrir o tipo de homem do grande mundo idealmente bom e belo, e ao mesmo tempo conforme à realidade.
A descrição do homem e da mulher do grande mundo não será verdadeira senão quando o personagem se apresentar no meio ambiente que lhe é próprio; a saber, no luxo e na ociosidade.
Do ponto de vista moral, esse personagem resulta pouco simpático, mas há que apresentá-lo de modo que o seja. Isso é o que os novelistas tratam de fazer, como eu tratei de fazê-lo igualmente. Para que tanto trabalho? Os leitores habituais dessas novelas quase sempre não têm um nível moral parecido ao do herói que se lhes descreve? Não têm também as mesmas inclinações e iguais costumes? Para que então tantos cuidados para fazer-lhes simpáticos os Childe-Harold, os Onegin, os de Camors, posto que já se acham inclinados a considerá-los como perfeitos?
V
Prova irrefutável de que os homens de hoje em dia não consideram a abstinência pagã e a abnegação cristã como qualidades desejáveis e boas, é a educação que se dá às crianças: em vez de procurar fazê-las fortes e valentes, os acostumamos à ociosidade.
Faz muito tempo que pensei escrever o conto seguinte:
Uma mulher ofendida por outra e desejando vingar-se dela lhe rouba seu único filho.
Vai a casa de um feiticeiro e pergunta-lhe como poderia vingar-se mais cruelmente de sua inimiga por meio de seu filho. O feiticeiro aconselha-a levar a criança a determinado local e promete uma terrível vingança. A mulher má segue o conselho, mas não perde de vista a criança; depois, com grande surpresa, percebe que foi recolhida por um homem sem herdeiros. Volta à casa do feiticeiro e lhe cobre de censuras; ele lhe contesta que não chegou ainda a hora, e que tem que esperar. No entanto, o menino cresce entre o luxo e a abundância; a mulher má está estupefata, mas o feiticeiro lhe aconselha que espere. De fato, chega um momento em que sua vingança resulta tão terrível, que a mulher má acaba por ter compaixão da sua vítima. O menino, que cresceu entre riquezas, se arruína, e então começa para ele uma série de privações e de sofrimentos físicos contra os quais não pode lutar, e que tem de suportar com tristeza indizível. Por um lado, nobres aspirações o conduzem a levar uma vida regular, e por outro, sente a impotência de sua carne debilitada pelo luxo e pela ociosidade.
É uma luta sem esperança, uma queda contínua, cada dia mais profunda; logo a embriaguez como meio de esquecimento, e por fim, o crime, a loucura ou o suicídio.
É verdade que a educação de algumas crianças de nossa época inspira terror. Apenas os mais implacáveis inimigos dessas crianças poderiam tomar-se tanto trabalho para inculcar-lhes a imbecilidade e os vícios que devem a seus pais, e muito especialmente a suas mães; e aumenta o horror, quando vemos os resultados que esta educação produz e os estragos que faz na alma das crianças, tão cuidadosamente corrompida por seus pais. Inculcam-lhes costumes refinados; não lhes ensinam a dominar suas inclinações. Sucede então que o homem longe de sentir-se atraído pelo trabalho e de sentir amor por sua obra, tendo consciência do que fez, se acostuma pelo contrário à ociosidade, aos desprezo de todo trabalho produtivo e ao desperdício.
Perde a virtude da primeira noção que deve adquirir-se antes que outra: a prudência; e entra na existência onde se prega e aparentemente se aprecia as altas virtudes da justiça, do amor e da caridade. O homem é feliz se ainda é moço, de uma natureza moralmente débil, se não sabe discernir a moralidade nas aparências da moralidade, se pode contentar-se com a mentira que é lei da sociedade como um todo. Se assim sucede, tudo vai bem, e o homem que tem o sentido moral adormecido pode viver feliz até seu último dia.
Mas nem sempre ocorre assim, sobretudo nestes últimos tempos, quando a consciência da imoralidade de tal existência vibra no ar, e fere apesar de tudo no coração. Sucede que, cada vez mais frequentemente, aparecem os princípios da verdadeira moral, e começa então uma penosa luta interior, um sofrimento que raramente acaba com vantagem para a moral.
Compreende o homem que sua vida é má, que deveria mudá-la totalmente, e trata de fazê-lo; mas então os que suportaram já igual luta, sucumbindo a ela, se lançam de todas as partes sobre o que tratava de cambiar sua existência e se esforçam em persuadi-lo da inutilidade de sua luta, procuram provar-lhe que a continência e a abnegação não são necessárias para ser bom, e que pode ser um homem útil e reto, apesar de entregar-se à gula, ao luxo, à ociosidade e até à luxúria. Esta luta tem, por regra geral, um fim lamentável, quer o homem se submeta à opinião geral, e cesse de escutar a voz de sua consciência e recorra a subterfúgios para justificar-se, quer lute, sofra, enlouqueça ou se suicide. É raro que, entre todas as tentações que o rodeiam, um homem de nossa sociedade compreenda que existe e que existiu durante milhares de anos uma verdade primitiva para todos os homens prudentes; que, para chegar a uma existência moral, é preciso, antes de tudo, deixar de ter má conduta, e que, para alcançar uma alta virtude, é necessário adquirir a da abstinência e da possessão de si mesmo, como pensavam os pagãos, ou a virtude da abnegação, como prescreve o cristianismo.
VI
Acabo de ler as cartas de nosso muito erudito senhor Ogarev, o exilado, a outro erudito, o senhor Herzen. Nelas, o senhor Ogarev expressa seus pensamentos íntimos, suas tendências mais elevadas, e em seguida se avisa que finge algo. Fala da perfeição, da amizade saudável, do amor, do culto da ciência, da humanidade... E pouco depois, em igual tom, escreve que às vezes irrita a um amigo seu em cuja casa vive, porque “volto às vezes embriagado ou porque passo longas horas com um ser caído, mas encantador”...
Simpático, de grande talento, de grande erudição, este bom senhor não imagina que comete uma falta – estando casado e esperando a cada instante o parto de sua mulher -, pelo simples fato de embriagar-se e de passar o tempo em companhia de uma prostituta. Não lhe passou sequer pela imaginação que enquanto não houver começado a lutar e dominado em parte, pelo menos, suas tendências à embriaguez e à luxúria, não terá direito a pensar na amizade, no amor, nem muito menos em um culto qualquer.
Não somente não luta contra tais vícios, mas os anseia como algo encantador e que não o impedem, nem muito menos, sua tendência à perfeição; e longe de ocultá-los a seu amigo, ante quem deseja parecer sob seu melhor aspecto, vangloria-se deles.
Assim se fazia faz cinquenta anos. Conheci ainda esses homens, conheci Ogarev e Herzen e a muitos que lhes são parecidos, educados todos de igual modo. Em todos eles se notava uma ausência absoluta de método e de perseverança; mostravam um desejo ardente de perfeição, e em troca se entregavam à libertinagem mais desenfreada. Criam, no entanto, que isso não lhes impedia de levar uma existência moral, e que podiam realizar, apesar de tudo, ações boas e até grandes.
Colocavam em um forno frio farinha sem amassar, e criam que o pão assaria. E quando em seus últimos dias perceberam que o pão não assava, que sua existência não teve nenhum resultado útil, lhes pareceu aquilo o golpe terrível do destino.
Tal destino é terrível, de fato. Esta situação trágica dos Herzen, Ogarev e outros fere ainda hoje em dia a grande número de homens, que se creem instruídos e que conservaram iguais opiniões. O homem tende a ter bons costumes; mas a regularidade necessária para tanto não existe na sociedade atual. Como os Ogarev e Herzen, de cinquenta anos atrás, a maioria dos homens atuais creem que uma vida refinada, uma alimentação abundante, os prazeres e a luxúria não o impedem de levar uma existência moral. Mas é provável que não atinjam seu objetivo, já que se sentem no máximo pessimistas e dizem: “É uma situação
trágica a do homem”.
O surpreendente é que esses homens saibam que a distribuição dos prazeres entre os homens é desigual, que considerem essa desigualdade como um mal, que queiram remediá-lo, e que, no entanto, não cessem de tender ao aumento desses prazeres.
Agindo assim, esses homens se parecem a pessoas que, entrando em um pomar, se apressam a colher toda a fruta que está ao alcance de sua mão, apesar do que desejam estabelecer uma repartição mais equitativa dela, no entanto, continuam apoderando-se de quanto podem.
VII
O erro de que falamos é tão incompreensível, que estou certo de que as gerações vindouras não compreenderão o que os homens de nossa época entendiam por “vida moral”, ao afirmar que o comilão, o degenerado, o libertino, o ocioso das classes ricas levavam uma vida moral.
De fato, bastaria abandonar a maneira habitual de considerar a vida que levam as classes ricas, e observá-la, não do ponto de vista cristão, mas pagão, ou do ponto de vista da justiça mais elementar, para convencer-se de que ante esta violação das leis mais simples e primitivas da justiça, leis que as crianças mesmo não se atreveriam a violar em seus jogos, e entre as quais vivemos, não pode pensar-se numa existência moral. Quantas vezes nos servimos, para justificar nossa má conduta, da afirmação que quer que um ato contraposto aos costumes da vida habitual não é natural, mas que indica o desejo de exibir-se, e é portanto uma má ação! Esta argumentação parece inventada para que os homens não abandonem jamais sua má conduta. Se nossa vida fosse sempre justa, toda ação conforme a tal vida seria forçosamente justa, e se nossa vida não é senão medianamente boa, há outras tantas probabilidades para que toda ação que não está conforme com o parecer geral seja boa ou má; se, enfim, nossa vida é má, como a das classes diretoras, é impossível fazer uma boa ação sem comprometer a marcha regular de nossa vida.
A moralidade desta, segundo a doutrina pagã e até a cristã, não pode definir-se mais que pela relação, no sentido matemático, do amor a si com o amor ao próximo. Quanto menos amor se sente por si mesmo, menos cuidados e trabalhos se exige dos outros, e quanto mais amor se sente pelo próximo, mais se trabalha a favor deles e mais moral é a vida.
Assim entendiam e entendem a boa vida todos os sábios da humanidade e todos os verdadeiros cristãos; igual a compreendem todas as pessoas simples. Quanto mais o homem dá ao próximo, e menos exige para si, mais perto está da perfeição. Quanto menos dá aos outros, e mais exige para sim, mais se afasta da perfeição.
Se você mudar o ponto de apoio de uma alavanca aproximando-o ao braço mais curto, a consequência disso, não só o braço mais largo será mais largo ainda, mas o braço curto será também mais curto. De igual modo, se o homem, tendo certa faculdade de amar, aumenta o amor a si mesmo e os cuidados egoístas, diminui em consequência disso a possibilidade do amor e dos cuidados que deve dedicar aos outros, não apenas na quantidade de amor que acumula sobre si mesmo, mas em proporções muito maiores. Em vez de dar de comer aos outros, o homem come esse excesso, e por conseguinte, não só diminui a possibilidade de dar esse excesso, mas, estando farto, se priva da possibilidade de pensar nos demais.
Para ser capaz de amar aos outros, não há que amar-se a si mesmo de um modo exclusivo. Mas, por regra geral, pensamos que amamos os demais, e na realidade só os amamos de palavra, não de fato. Esqueceremo-nos de dar comida e teto aos demais; não nos esqueceremos de nós mesmos. E eis aqui por que, para amar realmente aos outros, há que aprender a esquecer de comer e de dormir, como fazemos com os demais.
Dizemos: “Um bom homem”, e “leva uma conduta moral”, de um homem refinado, acostumado ao luxo. Um homem assim pode ser bom, mas não levar uma conduta moral, como uma faca da melhor têmpera não pode cortar se não está afiada. Ser bom e ter bons costumes quer dizer: dar aos outros mais do que recebe. O homem acostumado ao luxo não pode fazê-lo, primeiro porque suas necessidades não o permitem, e depois, porque consumindo quanto os outros lhe dão, se debilita e fica inútil para todo trabalho.
O ser humano (homem ou mulher) dorme em uma cama com colchão de molas, dois colchões de lã, dois lençóis, fronhas, almofadas macias; junto à cama tem um tapete para proteger seus pés contra o frio, ainda quando usa pantufas, e na mesa de cabeceira os acessórios necessários para que não tenha que ir mais longe; pode satisfazer sem mover-se todas suas necessidades; tudo isso não basta... As janelas estão protegidas por cortinas, a fim de que a luz não lhe impeça de dormir, e dorme até a saciedade.
Tudo foi previsto para que no inverno tenha calor, ou frescor no verão, e para que não lhe molestem o ruído, as moscas e outros insetos; dorme, e ao despertar, encontra água quente e fria para o banho e para barbear-se. Preparam-lhe chá ou café, bebidas excitantes que toma assim que se levanta; as botas altas, as botinas, os sapatos de borracha que sujou na véspera, estão já limpos e reluzem como cristal, sem um grão de pó. Limpam-lhe também os trajes que usou na véspera, dos quais tem coleção completa, não só os de inverno e verão, mas para primavera e outono, para os dias chuvosos, muito quentes ou úmidos, etc.
Preparam-lhe roupa branca recém-lavada, engomada, passada, com botões e botoeiras que revistam uns criados que se dedicam exclusivamente a isso. Se o homem é ativo, se levanta cedo, a saber, às sete da manhã, para sempre duas ou três horas depois que os que tiveram que preparar tudo para ele. Para além das preparações, dos trajes para o dia e das mantas e colchas para a noite, há ainda a bata e as pantufas para quando se levanta. Quando se lava, se limpa e se penteia, emprega para isso infinidades de escovas, sabões e água em abundância (muito ingleses, e as mulheres sobretudo, se mostra orgulhosos, não sei por quê, de empregar muito sabão e usar muita água). Depois, o homem se veste, se penteia diante de um espelho especial, além dos que há em quase todas as habitações. Toma quanto necessita: óculos, um lenço para assoar-se, um relógio com corrente, ainda quando onde quer que vá encontrará relógios; se provê de toda classe de dinheiro, de cobre, de ouro, de bilhetes de Llanca, de cartões impressos com seu nome – o qual lhe dispensa o trabalho de escrevê-lo – Le um livreto de memórias, de um lápis, etc.
Quanto à mulher, tudo resulta mais complicado ainda: espartilhos, cabelo, jóias, fitas, laços, garfos, pinos, borla..., etc.
Quando se acabam os cuidados da penteadeira, começa o dia, pela regra geral, comendo: toda café ou chá com grande quantidade de açúcar, come bolos, pão de primeira qualidade com manteiga, e às vezes, presunto. Os homens, em sua maioria, fumam cigarros ou charutos, enquanto leem o periódico que acabam de trazer-lhe; depois de sujar o ambiente, deixa aos demais o cuidado de limpá-la.
Vai para o escritório ou aos negócios, dá um pesseio de carruagem, logo come geralmente carne de animais sagrificados, de bovinos, de aves, de pescados; depois vem a comida, também muito substanciosa: dois ou três pratos para os mais parcos, as sobremesas, o café; depois as cartas, a múscia, o teatro, a leitura ou a conversação, afundados em poltronas de mola, à luz viva ou fraca das velas, de gás, ou de eletricidade; outra vez chá, outra vez comida, isto é, o jantar, e de novo a cama, bem feita, aquecida, com lençóis limpos e o penico reluzende. Tal é a jornada do homem que leva uma vida arranjada e de quem se diz, se tem um caráter suave, que possui hábitos de ordem e que é homem de bons costumes. Mas a vida moral é a do homem que cuida de seu próximo; e como um homem acostumado a tal existência pode cuidar daquele? Antes de pensar no bem devo deixar de fazer o mal, e, entretanto, contando todo o mal que faz aos homens às vezes inadvertidamente, verá que está longe de alcançar seu objetivo.
Seria melhor para ele, física e moralmente, deitar-se no chão, envolto em seu manto como Marco Aurélio. Quanto trabalho e cuidados evitaria assim aos que o rodeam! Poderia deitar e levantar mais depressa, e não teria que pensar nem na luz de noite, nem nas cortinas pela manhã. Poderia dormir com a mesma camisa que vestia durante o dia, andar descalço pelos cômodos e pelo pátio, lavar-se com a pagua do poço, viver, numa palavra, como vivem todos seus criados. Conhece, no entanto, quanto trabalho lhes custa a eles as diversas ocupações que sua comodidade exige. Como, pois, semelhante homem pode fazer algo bom, sem abandonar sua vida de luxo?
Não posso deixar de repetir sempre o mesmo, apesar do silêncio frio e hostil com que se acolhem minhas palavras.
Um homem moral que goza de todas as comodidades, e basta o homem da classe média – excessão feita ao homem rico que gasta para seus caprichos centenas de jornadas de trabalho a cada vinte e quatro horas -, não pode viver tranquilo sabendo que tudo aquilo de que usufrui é fruto do trabalho de gerações trabalhadoras, oprimidas sob o peso de uma existência esmagadora e que morrem ignorantes entregues à embriaguez e à libertinagem, meio selvagens, nas minas, nas fábricas, nas oficinas, ao pé do arado, produzindo os objetos que servem para o homem de condição superior. Eu, que escrevo isso, e vocês que me lerão, temos uma alimentação suficiente, com frequência abundante, delicada, ar puro, roupas de inverno e de verão, toda classe de distrações, diversões durante o dia, e repouso completo à noite. E junto a nós vive o povo trabalhador que não tem alimentação nem habitação sadia, nem roupas suficientes, nem distrações, e que, muito frequentemente, não goza sequer do descanso, durante a noite; velhos, crianças, mulheres, esgotados pelo trabalho, pelas noites sem sonho, pelas doenças, veem-se obrigados a trabalhar durante sua vida inteira para nós, a produzir os objetos de luxo que eles não irão possuir, e que para nós constituem não uma necessidade, mas algo supérfluo.
Eis aqui por quê um homem bom, e não digo um cristão, mas um amigo da humanidade ou simplesmente da justiça, não pode pelo menos desejar mudar sua vida, e deixar de servir-se dos objetos de luxo produzidos pelos trabalhadores em tais condições. Se o homem sente realmente piedade por aqueles de seus semelhantes que produzem o tabaco, o primeiro que deve fazer é deixar de fumar, pois, persistindo em seu vício, obriga à produção do tabaco e compromete sua saúde.
O mesmo pode ser dito de todos os objetos de luxo. Se o homem não pode abster-se de comer pão, apesar do penoso trabalho que este lhe custa, é porque, enquanto não mudarem as condições em que trabalha, não pode conquistá-lo sem grande esforço. Mas, quando se trata de coisas inúteis e supérfluas, se sente pena do próximo que produz tais objetos, o melhor que pode fazer é renunciar a eles.
Mas os homens do nosso tempo não pensam assim; alegam toda classe de argumentos, menos o que naturalmente lhe ocorre a todo homem simples. Segundo eles, é absolutamente inútil abster-se de tal luxo, e se pode compadecer do estado dos trabalhadores, pronunciar discursos e escrever livros em seu favor, e continuar ao mesmo tempo aproveitando o trabalho que consideramos prejudicial para eles.
Há pessoas que dizem que se pode aproveitar o trabalho esmagador dos trabalhadores, porque se eles não se servirem dele, outros se servirão. Isso equivale a dizer que devo beber até o vinho adulterado, porque, se um não o bebe, outros o beberão. Há quem diz que o desfrute do luxo produzido pelos trabalhadores é muito útil a estes mesmo, porque assim lhes damos dinheiro, isto é, a possibilidade de viver. Como se não pudessem procurar esta possibilidade de outro modo que produzindo objetos prejudiciais para eles e inúteis para nós!
Segundo outros, todo ofício que um homem desempenhe, empregado, sacerdote, lavrador, fabricante, comerciante, é, em virtude da divisão do trabalho, tão útil, que resgata todas as penas dos trabalhadores de que se aproveitam esses pretendidos economistas. Um está a serviço do Estado; outro, ao da Igreja; o terceiro, ao da ciência; o quarto, ao da arte; o quinto serve ao servidor do Estado, da Igreja, da arte e todos estão convencidos de que o que dão aos homens equivale aos que deles tomam.
Entretanto, se se escuta a opinião de tais pessoas acerca de suas virtudes recíprocas, se ve que todos estão longe de valer o que consomem. Dizem os empregados que o trabalho dos proprietários não está em relação com o que gastam; os proprietários dizem o mesmo do negociante; este do empregado, etc., mas isso não os desconcerta, e continuam persuadindo aos demais de que cada qual aproveita o trabalho alheio na medida do que o mesmo dá. Segue daí que não é o trabalho o que regulamenta os salários, mas que, segundo os salários, se mede o trabalho. Eis aqui o que pretendem, mas no fundo sabem perfeitamente que tais justificações não são verdadeiras, que nenhum deles é verdadeiramente útil aos trabalhadores, e que não se aproveitam do trabalho destes segundo o princípio da divisão do trabalho, mas simplesmente porque não podem agir de outro modo, e porque estão de tal modo pervertidos, que não podem renunciar a esse princípio.
Tudo isso provem de que os homens creem que se pode levar uma vida moral sem haver adquirido progressivamente as faculdades necessárias para levar tal existência. A primeira destas faculdades é a abstinência.
VIII
Sem a abstinência, não há vida moral possível. Para alcançar uma vida mora, deve possuir-se tal virtude.
Se, na doutrina cristã, a abstinência é compreendida na noção da abnegação, não por isso a progressão varia, e nenhuma virtude cristã é possível, sem a abstinência. Mas essa virtude nunca se alcança de repente; é preciso uma progressão. A abstinência significa a liberação do homem da luxúria e sua submissão à prudência; o homem tem numerosas paixões, e para lutar com vantagem, deve começar pelas fundamentais por aquelas que engendram outras mais complicadas, e não começar por estas últimas, que apenas são a consequência das primeiras.
Há paixões complicadas como as do luxo das mulheres, o jogo, os prazeres, o charlatanismo, a curiosidade, e há outras fundamentais: a gula, a ociosidade, a luxúria. Na luta contra as paixões não há que começar pelo fim, isto é, contra as paixões complicadas, deve-se começar pelas que dão origem às outras, e ainda assim, em gradação definida pela natureza mesma dessas paixões e pela tradição da sabedoria.
O homem guloso é incapaz de lutar contra a preguiça, e o ocioso e guloso a um tempo não poderá jamais lutar contra a paixão pela mulher. Eis aqui por que, segundo todas as doutrinas, a tendência à abstinência começa pela luta contra a gula, começar pelo jejum. Em nossa sociedade, a primeira virtude, a abstinência, está em absoluto esquecida e também se desconhece a progressão necessária para adquirir tal virtude; ninguém se importa com o jejum; é considerado como uma superstição estúpida e absolutamente inútil.
E, no entanto, assim como a primeira condição de uma vida moral é a abstinência, a primeira condição da abstinência é o jejum.
Pode-se desejar ser bom e sonhar com praticar o bem sem jejuar; mas em realidade, isso é tão impossível como andar sem estar em pé.
A gula, pelo contrário, é o primeiro indício de uma vida licenciosa, e desgraçadamente, tal indício distingue a maioria dos homens de nosso tempo.
Veja os rostos e os corpos dos homens de nossa sociedade; todos esses rostos com as barbas e as bochechas pendentes, esses membros doentes e gordos e o abdome proeminente, falam de uma vida licenciosa. Como poderia ser de outro modo? Pergunte qual é o móvel principal de sua vida? Por muito estranho que isso os pareça o principal móvel da maioria dos homens de nossa sociedade é a satisfação do paladar, a satisfação de comer, a voracidade.
Desde os mais pobres aos mais ricos, a voracidade constitui o objetivo principal da existência. O povo trabalhador apenas constitui a exceção, na medida em que a necessidade lhe impede entregar-se a uma paixão tão baixa. Tão logo tem meios e tempo, imitando o que fazem as classes altas, se proporciona os manjares mais agradáveis, e como e bebe quanto pode. Quanto mais pode comer, mais feliz se crê, e mais forte e mais saudável. As classes altas lhe confirmam em tal convicção, posto que assim consideram uma alimentação abundante.
Veja a vida dos ricos; escute suas conversas. Que assuntos tão elevados lhes interessam! A filosofia, a ciência, a arte e a poesia, a distribuição da riqueza, o bem-estar do povo, a educação da juventude; mas, na realidade, tudo é vão palavreado. Falam disso de passagem, entre suas verdadeiras ocupações e as comidas, quando têm o estômago cheio e já não podem comer mais. O único, o verdadeiro interesse dos homens e das mulheres, sobretudo, desde que acaba sua juventude, é a comida. Como comer? O que comer? Quando? Onde? Não há uma solenidade, uma alegria nem uma inauguração que não se celebre com a festa.
Veja os viajantes. Neles se vê melhor o que digo. “Museus, bibliotecas, Parlamentos, que interessante é isso! E onde comeremos? Onde se come melhor?” Olhe os homens quando se reúnem para comer, e os verá bem vestidos, perfumados, em torno de uma mesa adornada com flores. Com que alegria esfregam as mãos e sorriem!
Se o fundo da alma fosse examinado para saber o que desejava a maioria dos homens, se veria que é a satisfação de seu apetite. Em que consiste o castigo mais cruel, desde a infância? É ser condenado a pão e água! Qual é o criado melhor remunerado? O cozinheiro! Qual é o principal cuidado de uma dona de casa? De que se fala na maioria das vezes entre mulheres de classe média? E se as conversas da alta sociedade não são de igual índole, se deve a que seus indivíduos têm um mordomo que cuida exclusivamente da comida. Mas trate de privar-lhes de tal comodidade, e verá de que falarão continuamente. Somente falarão da alimentação, do preço das galinhas, do melhor modo de fazer café, bolos e doces. Seja qual for o motivo com que se reúnam os homens, casamento, batizado, enterro, consagração de um templo, recepção de um viajante, encontro agradável, apresentação da bandeira, festa de aniversário, morte ou nascimento de um grande sábio, de um pensador, de um moralista, dirse-ia que os interesses mais elevados de que falam não são senão um pretexto, porque todos sabem que se comerá bem, que se beberá, e que para isso se reuniram.
Muitos dias antes desta festa, sacrificam-se aves e outros animais; se trazem cestos de alimentos, e os cozinheiros, os ajudantes, as lavadeiras, com seus aventais brancos, “trabalham” atarefados. Os cozinheiros, que cobram quinhentos rublos por mês, dão ordens; e seus ajudantes trincam, amassam, lavam, dispões e adornam. Os mordomos, com ar solene, calculam e examinam tudo, como verdadeiros artistas. O jardineiro prepara as flores, as criadas a louça...; todo um exército de criados trabalha; se gasta o produto de milhares
jornadas de trabalho, para celebrar a memória de um grande homem ou de um amigo falecido, ou para festejar a união de dois jovens.
Nas classes média ou baixa ocorre o mesmo. A gula usurpa de tal modo o lugar do verdadeiro objetivo da reunião, que em grego e em francês, uma mesma palavra, “noce”, serve para designar a um tempo o matrimônio e a folia. Mas, pelo menos, entre os trabalhadores, não se trata de dissimular tal sentimento. Os ricos, ao contrário, consideram tais banquetes como uma satisfação dada ao uso e às conveniências. Dizem que os aborrecem tais comidas: mas se tratar de dar-lhes, em vez de ensopados esquisitos, algo mais simples, cozido, por exemplo, verá que confusão armam; o que demonstra que, na realidade, só pensam na gula.
A satisfação de uma necessidade tem limites, o prazer não. Para satisfazer o estômago, basta comer pão, sopas ou arroz; enquanto que para contentar a gula, não existe limite para os molhos e outros ingredientes.
O pão é um alimento necessário e suficiente; e a prova está em que milhões de homens fortes, leves, saudáveis, e que trabalham muito, vivem apenas de pão.
Mas é melhor comer pão junto com outros alimentos. É melhor molhá-lo em caldo de carne; é preferível também pôr neste caldo diferentes legumes; e ainda melhor, comer carne, e não cozida, mas assada, com manteiga e mostarda, e apreciar tudo isso com vinho tinto. Já não se tem mais fome; mas todavia pode-se comer peixe com molho, e beber, para acompanhá-lo, vinho branco. Quando parece que já não se pode comer, nem mais gorduras, nem mais carnes, se açude então às sobremesas. No verão, gelo; no inverno, compotas, geleias, etc., etc. Eis aqui uma comida modesta. O gosto que proporciona esta comida pode ser aumentado todavia, e isso é o que ocorre. Tomam-se aperitivos e canapés, e é apresentada toda classe de ensopados agradáveis, e para presentear a vista e os ouvidos, flores, enfeites, música.
E coisa singular! Os homens que comem assim diariamente, e ante cuja comida, o festim de Baltasar que provocou a cólera divina só se compunha de sobras, estão candidamente persuadidos de que podem, apesar disso, levar uma existência moral.
IX
O jejum é uma condição necessária de uma vida moral; mas no jejum, como na abstinência, não se sabe por onde começar. Como se jejua? O que se deve comer? Que intervalo deve deixar-se entre as refeições? Assim como não se pode trabalhar sem método de um modo sério, de igual maneira não se pode jejuar sem saber por onde há de começar a abstinência. A ideia de jejuar com método parece estúpida e ridícula à maioria.
Recordo com que orgulho me dizia um evangelista opositor ao ascetismo monástico: “Vosso cristianismo não reside no jejum e nas privações, mas nas carnes; geralmente, o cristianismo e a virtude se harmonizam com a carne”.
Durante as trevas prolongadas, e em ausência de todo guia pagão ou cristão, penetraram na nossa existência tantas noções selvagens e imorais, que não é difícil compreender a insolência e a loucura que encerra a afirmação que acabo de citar.
Se não nos inspira horror tal afirmação, é porque olhamos sem ver e escutamos sem ouvir. Não há odor, por mais asqueroso que seja, a que o homem não se acostume. Não há ruído a que não se habitue, nem sacanagem que não olhe com indiferença. De maneira que não se fixa naquilo que admiraria a um homem não acostumado a tais coisas. O mesmo ocorre na esfera moral.
Visitei há pouco os matadouros de Tula. Estão construídos segundo um novo modelo aperfeiçoado, como nas grandes cidades, de modo que os animais mortos sofram o menos possível.
Faz muito tempo já que lendo o excelente livro “Ethics of Diet”, sentia desejos de visitar os matadouros, para assegurar-me por mim mesmo da essência do problema de que se fala quando se trata do vegetarianismo; mas me ocorria algo parecido a o que se nota quando se sabe que se vai experimentar um sofrimento agudo que ninguém pode impedir. Adiava sempre minha visita.
Mas recentemente encontrei no caminho um abatedor que ia a Tula. Era um trabalhador pouco hábil e sua tarefa consistia em amarrar os animais. Perguntei-lhe se não lhe davam pena os bovinos.
-O que obteria com isso? De qualquer forma, tenho que matá-los.
Mas quando lhe disse que não é necessário comer carne, a qual constitui um alimento de luxo, concordou comigo que verdadeiramente era de sentir.
-Mas o que fazer? É preciso ganhar a vida. Antes, temia matar: meu pai não matou jamais nem uma galinha.
De fato, à maioria dos russos lhes repugna matar, sentem piedade, e expressam tal sentimento pela palavra “temor”. Ele também temia, mas deixou de temer, e me explicou que a sexta-feira era o dia de mais trabalho.
Tive recentemente uma conversa com um soldado, açougueiro, que também se admirou ao dizer-lhe eu que era uma lástima matar. Contestou-me que é um costume necessário; mas finalmente, concordou que dá pena, e acrescentou:
-Sobretudo quando o boi se encontra resignado e manso, quando vai ao abate com toda confiança. Sim, inspira muita piedade.
É horrível! Horríveis são, de fato, não os sofrimentos e a morte dos bovinos, mas o fato de que o homem, sem nenhuma necessidade, cale seu sentimento elevado de simpatia a seres vivos como ele, e seja cruel vencendo sua repugnância. Quão profunda é no coração do homem a proibição de matar a um ser vivo!
Um dia voltávamos de Moscou, uns coletores que iam ao bosque nos levaram em seus carros. Era a quinta-feira santa; eu estava sentado na frente do carro, junto ao carroceiro, que era robusto, corado, grosseiro: evidentemente era um lavrador aficionado à bebida. Entramos numa aldeia, e vimos, com perdão seja dito, um porco engordado, branco rosado, que pegavam se uma casa para matá-lo. Gritava de um modo desesperado, com gritos que pareciam humanos: no momento preciso que passávamos por ali, começavam a degolar-lhe. Um homem lhe cravou a faca na garganta. Os grunhidos do porco foram mais fortes e agudos; o animal se escapou escorrendo sangue. Sou míope, e não vi todos os detalhes da cena: vi unicamente um corpo rosado como o de um homem e ouvi os grunhidos desesperados. O carroceiro observava tudo aquilo sem afastar a vista. Pegaram de volta o porco, o derrubaram e o submeteram. Quando cessaram seus gritos, o carroceiro lançou um profundo suspiro:
-Como pode Deus permitir isso?
Tal exclamação demonstra o profundo asco que inspira ao homem a matança. Mas o exemplo, o costume da voracidade, a afirmação de que Deus admite tais coisas, fazem que os homens percam por completa esse sentimento natural.
Era uma sexta-feira. Fui a Tula, e encontrando um amigo meu, homem bom e sensível, lhe roguei que me acompanhasse ao matadouro.
-Sim, ouvi dizer que está muito bem instalado e gostaria muito de vê-lo; mas se matam não irei.
-E por que não? Precisamente isso é o que quero ver; já que se come carne, é preciso ver como se matam os bois.
-Não, não posso.
É de notar que meu amigo é caçador, e que portanto mata também.
Chegamos. Apenas na porta, sentia-se um odor forte, repugnante, de putrefação como o da cola de carpinteiro.
Quanto mais avançamos, mais cresce tal odor. O edifício é de tijolo vermelho muito grande, com cúpulas e altas chaminés. Entramos pela porta da garagem. À direita há um grande pátio cercado, que tem uma área de um quarto de hectare. Ali é onde, duas vezes por semana, amontoam o gado vendido. No extremo deste pátio, está a portaria: à esquerda, dois prédios com portas ogivais; o pavimento é de asfalto, formando duplo declive, e ali há aparatos para pendurar os bois mortos.
Junto à portaria, estavam sentados num banco seis abatedores, que levavam os aventais manchados de sangue, com as mangas também sanguinolentas, arregaçadas, mostrando seus braços musculosos. Haviam terminado já seu trabalho meia hora antes, de modo que aquele dia só pudemos ver o prédio vazia. Apesar das portas abertas, sentia-se um odor enjoativo de sangue quente; o pavimento era escuro, reluzente, em nas valas havia sangue coagulado.
Um dos abatedores nos explicou de que modo se mata, e nos mostrou o lugar em que acontece tal operação. Não a compreendi de todo, e me formei uma ideia falsa, mas terrível do abate; pensava, como ocorre frequentemente, que a realidade me causaria menos impressão que o imaginado, mas estava errado.
Outra vez cheguei ao matadouro à boa hora. Era a sexta-feira anterior à Páscoa de Pentecostes, num dia quente de junho; o odor de sangue era ainda mais forte que da outra vez e se trabalhava duramente; o grande pátio estava cheio de gado e havia muitos bois também nos galpões contíguos ao prédio central.
Na rua havia carretas carregadas de bois, vacas e bezerros.
Em outros carros, puxados por bons cavalos, viam-se bezerros vivos empilhados, com as patas para cima. Estes carros se aproximavam do matadouro e se descarregavam.
Havia ainda outros carros com bois mortos cujas patas se moviam ao compasso das sacudidas que dava o veículo, mostrando suas cabeças inertes, os pulmões vermelhos, e o fígado marrom; todos saíam do matadouro. Junto à cerca havia cavalos montados, pertencentes aos fazendeiros. Estes, com suas longas blusas e de chicote na mão, iam e vinham pelo pátio, ou marcavam com alcatrão o gado que lhes pertencia; negociavam o preço e vigiavam o transporte do gado desde o pátio ao galpão, e desde este ao prédio.
Toda aquela gente parecia preocupada por seus negócios e ninguém se importava em saber se era uma boa ou má ação matar aqueles bois; tanto pensavam nisso, como se importavam com a composição química do sangue que corria pelo chão.
Não havia nenhum abatedor no pátio. Todos trabalhavam. Aquele dia foram mortos uns cem bois.
Entrei no prédio central e me detive junto à porta; detive-me, porque no interior não era possível entrar, por causa do gado que ali se amontoava, e porque o sangue gotejava to teto, espirrando nos abatedores. Se houvesse entrado, também mancharia a roupa. Uns homens derrubavam um boi, outros faziam deslizam outro numa pista e havia um boi morto, com as patas brancas, que era esfolado por um abatedor.
Pela porta oposta à que eu estava faziam passar ao mesmo tempo um boi vermelho e gordo. O arrastavam. Apenas havia atingido o limiar, quando um dos abatedores, armado com um machado de larga mão, lhe feriu no pescoço. Como si a um tempo lhe houvessem cortado as quatro patas, o boi caiu pesadamente no chão, voltou-se de lado e moveu convulsivamente as patas e a cauda. Então um abatedor se pôs sobre ele, lhe pegou pelos chifres, fez que a cabeça de baixasse até o chão, e outro abatedor lhe degolou. Pela ferida aberta, o sangue, de um vermelho escuro, brotava como de uma fonte, e um menino sujo de sangue o recolhia numa bacia de metal. Entretanto, o boi não cessava de mover e sacudir a cabeça e agitar convulsivamente as patas.
A bacia se enchia rapidamente, mas o boi vivia ainda e continuava golpeando o ar com os cascos, o que obrigava os açougueiros a afastar-se. Tão logo a bacia estava cheia, o rapaz o colocou na cabeça e o levou à fabrica de albumina, enquanto outro menino trazia outra bacia que se enchia a sua vez.
O boi continuava esperneando desesperadamente. Quando cessou de correr o sangue, o açougueiro levantou a cabeça do boi, e começou a esfolá-lo; o animal ainda se movia. Tinha a cabeça já esfolada, vermelha, com as veias brancas, e tomava a posição de lhe davam os abatedores. Pendia a pele a ambos os lados, e o boi não cessava de mover-se. Outro açougueiro pegou então o boi por uma pata, a quebrou e a cortou: o ventre e as outras pernas estremeciam ainda convulsivamente; depois, lhe cortaram os membros restantes e os lançaram num monte com as pernas dos outros bois do mesmo pecuarista. Logo arrastaram o
boi à polia e o penduraram. Então unicamente foi que o boi não deu sinal de vida. De igual maneira vi matar desde a porta três outros bois. A todos lhe fizeram a mesma operação; a todos lhes cortaram a cabeça, cuja língua pendia entre os dentes; a diferença consistia em que às vezes o abatedor não acertava o golpe; o boi resistia, mugia e, jorrando sangue, tratava de escapar das mãos dos açougueiros. Então lhe arrastavam ao centro do prédio, lhe golpeavam de novo e caía.
Dei a volta, e me aproximei à porta oposta e vi repetir a mesma operação, mas mais de perto e com maior claridade. Vi sobre tudo o que não havia podido ver da outra porta: de que maneira se obrigava os animais a entrar. Cada vez que pegavam um boi do galpão e o arrastavam por meio de uma corda amarrada aos chifres, o animal, farejando o sangue, resistia, mugia e retrocedia; dois homens não puderam arrastá-lo à força; e eis aqui por que, então, um dos abatedores se aproximava, pegava o boi pelo rabo, o torcia e lhe rompia uma vértebra; o animal avançava temeroso. Quando acabaram de matar os bois de um pecuarista,
começaram com os de outro.
O primeiro animal deste novo rebanho era um touro bonito, robusto, de cor clara com manchas e extremidades negras; um animal jovem, musculoso, enérgico. Tiraram a corda, baixou a cabeça e se deteve com decisão; mas o abatedor marchava atrás, e como um ferreiro que pega o cabo de um fole, pegou a cauda, a torceu; rangeram as vértebras, o touro arremeteu contra os que prendiam a corda, jogando-os ao chão, e se deteve de novo olhando a ambos os lados com seus olhos negros cheios de fogo; de novo rangeu a cauda, o touro avançou, e então chegou aonde se queria; o abatedor se aproximou, apontou e golpeou; o
golpe mal dirigido não fez cair o boi, que agitou com força a cabeça, mugiu, e sangrento e furioso se soltou e reclinou-se. Todos que estavam junto à porta fugiram; mas os abatedores, acostumados ao perigo, se apoderaram rapidamente da corda, de novo romperam a cauda e outra vez o touro se encontrou no prédio, no lugar requerido. Já não pôde escapar. O abatedor apontou rapidamente, encontrou o ponto que queria, golpeou, e o belo animal, cheio de vida, caiu movendo a cabeça e as pernas enquanto lhe degolavam e esfolavam.
-Maldito diabo! Não caiu onde era preciso – murmurou o abatedor, cortando-lhe a pele da cabeça.
Cinco minutos depois, a cabeça negra era vermelha, e aqueles olhos, que brilhavam com tanta força cinco minutos antes, apareciam vítreos e apagados.
Logo fui ao lugar onde matam as ovelhas. Era um grande prédio com pavimento asfaltado, e mesas com apoios, sobre as quais se degola as ovelhas e os bezerros. Naquele bloco impregnado de odor de sangue, havia acabado o trabalho, e unicamente estavam dois abatedores. Um deles soprava a perna de uma ovelha morta e esfregava com a mão o ventre inchado do animal; o outro, que era moço e levava o avental cheio de sangue, fumava um cigarro. Seguiu-me um homem que parecia um antigo soldado. Levava um cordeiro de um dia, preto, com uma mancha no pescoço e as patas amarradas, e o pôs sobre a mesa.
O soldado, que se sabia que havia ido muitas vezes àquele lugar, deu bom-dia e iniciou uma conversa explicando que tinha que pedir licença a seu amo. O moço do cigarro se aproximou empunhando uma faca, e respondeu que lhes davam licença nos dias de festa. O cordeiro vivo estava tão imóvel como a ovelha morta e inchada com a diferença que agitava vivamente a pequena cauda e suas laterais se moviam mais rapidamente que de costume. O soldado, sem fazer nenhum esforço, apoiou a cabeça do pequeno animal na mesa, e o abatedor, sem parar de falar, segurou com a mão esquerda a cabeça do cordeiro, e lhe cortou o pescoço. A vítima agitou-se, a causa ficou rígida, e cessou de mover-se. O açougueiro, enquanto brotava o sangue, acendeu de novo o cigarro. Quando acabava de sangrar, o cordeiro se agitou de novo, e a conversa continuou sem interromper-se um só instante. E as galinhas e os frangos, que por milhares se sacrificam diariamente nas cozinhas, e que com as cabeças cortadas, jorrando sangue, se estremecem e batem as asas de uma maneira tão cômica como terrível!
E, no entanto, a Senhora de coração sensível come essa ave com a completa segurança de seu direito, afirmando duas opiniões que se contradizem: a primeira, que está tão delicada, segundo lhe informou seu médico, que não poderia suportar uma alimentação exclusivamente vegetal, e que a seu débil organismo a carne faz falta; em seguida, que é tão sensível, que não pode fazer sofrer aos animais, nem suportar a visão dos seus sofrimentos.
Na realidade, esta pobre senhora está fraca porque a acostumaram a nutri-se de alimentos contrários à natureza humana; e não pôde deixar de fazer sofre os animais pela simples razão de que os come.
X
Não se pode fingir ignorância, porque não somos avestruzes; não podemos crer que, se não olharmos, não acontecerá o que não queremos ver. Mais impossível é ainda não querer ver o que comemos.
Se pelo menos fosse necessário, ou sequer útil; mas não! , para nada serve (1), a não ser para desenvolver os sentimentos bestiais, a luxuria, a gula, a embriaguez.
Isso está confirmado pelo fato de que os jovens bons e puros, sobretudo, as mulheres e as jovens compreendem, de um modo instintivo, que a virtude não se harmoniza com a carne, e assim, quando querem ser bons, abandonam o alimento animal.
O que quero provar? Acaso que os homens, para ser bons, devem parar de comer carne? Não.
Quero somente demonstrar que, para conseguir levar uma vida moral, é indispensável adquirir progressivamente as qualidades necessárias, e que de todas as virtudes, a que primeiro há que conquistas é a sobriedade, a vontade de dominar as paixões. Tendendo à abstinência, o homem seguirá, necessariamente, certa ordem bem definida, e em tal ordem, a primeira virtude será a sobriedade na alimentação, o jejum relativo.
Busca-se seria e sinceramente o caminho moral, a primeira coisa que o homem deve fazer é privar-se de comer carne; pois, além de que excita as paixões, seu uso é imoral, porque exige uma ação contrária ao sentimento da moralidade – o assassinato – que provocam a gula e a voracidade.
Por que a privação da carne há de ser a primeira etapa para a vida moral?
A isso se responde perfeitamente no livro “The ethics of Diet”, não por um só homem, mas por toda a humanidade, na pessoa de seus melhores representantes desde que a humanidade alcançou a idade da razão.
“Mas, por que se a imoralidade de uma alimentação animal foi conhecida desde tanto tempo, não se chegou até agora a ter consciência dessa lei?” perguntarão aqueles que julgam antes pela opinião atual que por sua própria razão. A resposta é que o movimento moralizador que constitui a base de todo progresso se cumpre sempre lentamente, e que o indício de todo movimento reside no seu caráter de perpetuidade e constante aceleração.
Tal é o movimento vegetariano; este movimento está expresso tão bem por todos os escritos que se incluem no livro citado como pela existência da própria humanidade a qual tende mais e mais, sem que sequer o perceba, a passar da alimentação animal ao regime vegetal e este movimento se manifesta com uma força particular e consciente no vegetarianismo, que adquire cada vez maior extensão.
Cada vez há mais homens que renunciam ao consumo de carne na Alemanha, na Inglaterra e na América, e a cada ano aumenta nesses países o número de hotéis e pousadas vegetarianas.
Este movimento deve alegrar aos homens que tratam de realizar o reino de Deus na terra, não porque o vegetarianismo seja por si mesmo um passo para esse reino, mas porque é o indício de que a tendência à perfeição moral do homem é séria e sincera, já que esta tendência implica uma ordem invariável que lhe é própria e que começa pela primeira etapa.
Há que alegrar-se por isso, e esta alegria é compatível à que devem experimentar os homens que, querendo alcançar o andar mais alto de um edifício, pensaram primeiramente em escalar a parede e perceberam, por fim, que o meio mais simples é começar pelo primeiro degrau da escada.
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(1)Aqueles que o duvidam, leiam os numerosos livros escritos por médicos e sábios, onde se prova que a carne não é necessária como alimento. Não se ouça aos médicos antigos que preconizam o uso da carne, porque a preconizaram seus antecessores; unicamente o fazem por teimosia, como se defende tudo que é velho e fora de moda.
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Traduzido do espanhol. Texto original disponível em:
http://archive.org/details/ElPrimerPaso-LeonTolstoi
Acesso em 13/11/2012
Fonte digital desta publicação:
http://ia801601.us.archive.org/17/items/OPrimeiroPasso-Tolstoi/OPrimeiroPasso-Tolstoi.pdf
terça-feira, 25 de dezembro de 2012
Dilma, a cereja do bolo da Ditadura
Material extraído de http://telmadmonteiro.blogspot.com.br/2012/12/belo-monte-e-de-todo-inaceitavel-e.html
''Belo Monte é de todo inaceitável e ilegal e nunca deixa de ser''. Entrevista especial com Dom Erwin Kräutler
Evangelizar implica primeiro no testemunho de uma fé arraigada na Palavra de Deus e na convicção de que esse mesmo Deus é um Deus que anda conosco pelas estradas e rios de nossa vida”, diz bispo do Xingu.
“A alegria de ser chamado a servir a Deus, levando o seu amor às pessoas e a todos os povos (cf. AG 10), ninguém pode arrancar do coração de quem exerce uma missão que tem sua base e motivação no Evangelho”. É com esta declaração que Dom Erwin Kräutler, bispo do Xingu, resume sua atuação no Brasil há mais de 40 anos, evangelizando sua comunidade. Nesta caminhada, ele esteve engajado em diversas causas, entre elas, a mais recente, em oposição à construção da hidrelétrica de Belo Monte. “Como bispo tenho que conviver com diversos pontos de vista e tolerar, às vezes mesmo a contragosto, posições opostas à minha. Em momento algum isso significa abrir mão do credo que professo e da posição contra Belo Monte que sempre assumi e continuo sustentando, considerando-o uma insanidade. Infelizmente não existe meio termo. Belo Monte é de todo inaceitável e ilegal e nunca deixa de ser”, disse o bispo à IHU On-Line.
Na entrevista a seguir, concedida por e-mail, Dom Erwin comenta a atual situação de Altamira desde a construção da hidrelétrica de Belo Monte e acentua o comportamento dos povos indígenas que vivem próximos ao canteiro de obras. “Aí se percebe nitidamente que a Norte Energia usa de todos os meios para calar os indígenas e impedir que se manifestem. Recebem cestas básicas, voadeiras, combustível, benefícios que nunca imaginaram. Como explicar-lhes que esses presentes são um cavalo de Troia e aceitá-los significa dar um tiro no próprio pé?”, questiona.
Ele conta que após a eleição de Dilma tentou agendar uma reunião com a presidente, mas ao ouvir o discurso de Gilberto Carvalho, ministro-chefe da Secretaria-Geral da Presidência da República, a favor de Belo Monte, desmarcou o encontro. “O que ainda iria fazer no gabinete do ministro? Trocar amenidades e posar para fotos? Já que a declaração do ministro revelou toda a intransigência do governo, eu mesmo cancelei a audiência”, lamenta.Na entrevista a seguir, concedida por e-mail, Dom Erwin comenta a atual situação de Altamira desde a construção da hidrelétrica de Belo Monte e acentua o comportamento dos povos indígenas que vivem próximos ao canteiro de obras. “Aí se percebe nitidamente que a Norte Energia usa de todos os meios para calar os indígenas e impedir que se manifestem. Recebem cestas básicas, voadeiras, combustível, benefícios que nunca imaginaram. Como explicar-lhes que esses presentes são um cavalo de Troia e aceitá-los significa dar um tiro no próprio pé?”, questiona.
Há dois anos de tornar-se bispo emérito, Dom Erwin diz que isso “não significa ‘entregar os pontos’. Meu empenho em favor da dignidade e dos direitos dos povos indígenas, dos ribeirinhos, das mulheres, das crianças, dos jovens, dos expulsos de casa e terra, dos agredidos e machucados, enfim, de todos os ‘excluídos do banquete da vida’ e minha defesa do meio ambiente, o ‘lar’ que Deus criou para todos nós, vão continuar enquanto Deus me der o fôlego”.
Dom Erwin Kräutler (foto abaixo) é bispo de Altamira, no Pará, e presidente do Conselho Indigenista Missioneiro – CIMI.
Confira a entrevista.
IHU On-Line – Que avaliação faz da caminhada de luta em oposição a Belo Monte e aos projetos de infraestrutura na Amazônia durante os últimos anos?
Dom Erwin Kräutler – Por ocasião da Conferência das Nações Unidas sobre Desenvolvimento Sustentável,Rio+20, o movimento Xingu Vivo para Sempre convocou indígenas, pescadores, ribeirinhos, movimentos sociais, estudantes e acadêmicos, ativistas e defensores do Xingu para comemorar os 23 anos que se passaram desde o Primeiro Encontro dos Povos Indígenas do Xingu (20 a 25 de fevereiro de 1989) em Altamira. O evento foi chamado de “Xingu+23“ em analogia ao “Rio+20“ e quis lembrar a primeira grande vitória contra o projeto de barramento do rio Xingu que naquele tempo levou o nome de Kararaô, um grito de guerra do povo Kayapó, o povo indígena mais numeroso do Xingu. Na realidade, a luta contra o projeto é bem mais antiga e começou já nos anos 1970 quando os militares cogitaram a construção de seis grandes usinas ao longo do rio Xingu: Jarina, Kokraimoro, Ipixuna, Babaquara, Kararaô e Iriri. O Encontro dos Povos Indígenas em 1989 tornou a rejeição do projeto da parte dos indígenas apenas mais visível e chamou a atenção do Brasil e da comunidade internacional para o planejado golpe no coração da Amazônia.
Ironia da história
Ironia da história: Lula, que elegemos porque acreditávamos que outro Brasil fosse possível, pouco depois de tomar posse tirou o projeto das gavetas, desconsiderando o que durante a campanha eleitoral havia falado nos palanques sobre a Amazônia. Passou a defender o que antes severamente criticou e a considerar o projeto hidrelétrico no Xingu essencial para o progresso, vaticinando o colapso total da economia do país caso não seja concretizado. Substituiu-se apenas o nome de Kararaô por Belo Monte para ninguém mais lembrar o facão da Tuíra e os índios de 1989 pintados de urucum e jenipapo.
Não acredito que haja no Brasil outro movimento de luta em defesa do meio ambiente contra um megaprojeto governamental com uma história tão longa. Alguém talvez venha retrucar: “Mas, infelizmente, lutaram em vão, já que o projeto está sendo executado a pleno vapor e, depois de já ter gasto bilhões de reais, dificilmente o governo vai recuar!“ De fato, a cada dia que passa mais explosões ensurdecedoras atormentam a população no entorno do canteiro de obras. A cada dia que passa mais destruição se alastra pela região. A ensecadeira se estende rio adentro e o desmatamento avança nas ilhas e na terra firme da Volta Grande do Xingu. Mas, mesmo assim, nada de enrolar a bandeira! Sabemos que Belo Monte não é a única barragem planejada no Xingu. Nossa luta tem também por objetivo evitar que o antigo projeto dos militares seja desenterrado na sua totalidade.
Quantos cientistas e especialistas não alertaram o governo que o Xingu durante três ou quatro meses no ano não terá o volume d’água suficiente para rodar uma única turbina sequer? Muitos! E todo mundo sabe que é economicamente absurdo deixar sem funcionar as turbinas que são a parte mais cara de todo o empreendimento. A solução reside em mais barramentos rio acima como já foi previsto no projeto dos militares, com impactos mais desastrosos ainda que a própria Usina Hidrelétrica de Belo Monte. Esse projeto de mais barragens é tratado como segredo de estado. Habilmente se evita toda a discussão em torno deste espectro que então sacrificará todo o rio Xingu com consequências não só para Altamira mas também para todas as vilas ribeirinhas e áreas indígenas nas margens do rio, chegando a atingir até a cidade de São Félix do Xingu.
Cruzar os braços
Outro motivo de não cruzarmos os braços são os mais de cinquenta (50!) processos que correm na Justiça brasileira e internacional denunciando violações da Constituição Federal e de tratados internacionais de que o Brasil é signatário. São ações movidas pelo Ministério Público Federal, pela Defensoria Pública Estadual do Pará como por entidades da sociedade civil, entre estas o Conselho Indigenista Missionário – CIMI, organismo vinculado à CNBB. Estes processos estão, em parte há anos, sem a Justiça tomar nenhuma providência. Quais são os reais motivos desta morosidade? Omissão ou negligência são inaceitáveis num Estado que se diz democrático e de Direito.
Finalmente, enquanto não forem cumpridas todas – todas mesmo! – condicionantes exigidas pelo Ibama e pela Funai como requisitos para dar início à construção de Belo Monte, não deixaremos de denunciar a ilegalidade da obra.
IHU On-Line – Quais as principais alegrias e desafios de ser um líder religioso em uma região como a do Xingu, onde a comunidade e a Igreja estão divididas por causa de Belo Monte?
Dom Erwin Kräutler – A alegria de ser chamado a servir a Deus, levando o seu amor às pessoas e a todos os povos (cf. Ad Gentes 10), ninguém pode arrancar do coração de quem exerce uma missão que tem sua base e motivação no Evangelho. Esta missão não se restringe a um mero anúncio de verdades. Evangelizar implica primeiramente no testemunho de uma fé arraigada na Palavra de Deus e na convicção de que esse mesmo Deus é um Deus que anda conosco pelas estradas e rios de nossa vida. Evangelizar é estar continuamente a serviço deste Deus, consagrando a vida a Ele e a seu Povo, e isso sem medir esforços e alegar cansaço. “Amou-os até o fim” lemos no Evangelho de São João para introduzir o episódio do lava-pés (Jo 13,1). Evangelizar não exclui o diálogo aberto, franco, respeitoso. Um monólogo autoritário é antievangélico quando tenta arrasar com quem tem outra visão do mundo e condenar ao inferno a quem não reza pela nossa cartilha. Como bispo tenho que conviver com diversos pontos de vista e tolerar, às vezes mesmo a contragosto, posições opostas à minha. Em momento algum isso significa abrir mão do credo que professo e da posição contra Belo Monte que sempre assumi e continuo sustentando, considerando-o uma insanidade. Infelizmente não existe meio termo. Belo Monte é de todo inaceitável e ilegal e nunca deixa de ser. A decisão tomada pelos governos Lula e Dilma de construir Belo Monte é imperdoável porque nunca haverá uma chance mínima de reparar os erros monstruosos cometidos. Ao inaugurar Belo Monte teremos alcançado um ponto sem retorno. Em outras palavras: não adiantará mais chorar o leite derramado.
O cenário mudou
A Igreja, como o povo do Xingu em geral, está dividida na avaliação de Belo Monte. No entanto, os que defendem o projeto já não estão mais tão eufóricos como anos atrás quando colaram adesivos “Queremos Belo Monte” em seus carros. Os adesivos desapareceram. Os que aprovam o projeto, o fazem hoje com reservas e muitas exigências. Os políticos há tempo desceram de seus palanques porque esgotaram os argumentos bombásticos em favor do “progresso” que só Belo Monte seria capaz de trazer para a região. Ensacaram a viola. Aliás Belo Monte nem sequer foi tema nos comícios da última campanha eleitoral. Os candidatos bem sabiam por que evitaram falar em Belo Monte. Iriam levar estrondosas vaias. Incrível com que rapidez o cenário mudou. A tendência é que, na medida em que a obra avança, o povo está se dando conta de que, até agora, nada ou muito pouco do que foi prometido está sendo cumprido. Altamira, uma cidade de mais de 120 mil habitantes, está mergulhado num tremendo caos. Os operários contratados pela empresa CCBM logicamente apreciam ter encontrado emprego, se bem que seja temporário. Mesmo assim há frequentes manifestações de insatisfação. Há até operário preso. Com toda razão exigem melhores condições de trabalho e salários que permitam enfrentar a inadmissível carestia que impera em Altamira.
As feições do povo que frequenta as Igrejas em Altamira mudaram. Entre as (os) fiéis tradicionais aparecem muitos rostos novos. São homens e mulheres, casais e famílias, que vieram de outros estados e trabalham nas empresas ligadas à construção de Belo Monte. Querem participar das celebrações e iniciativas de sua Igreja e tem todo o direito de fazê-lo, mas é óbvio que não se manifestam contra Belo Monte ou criticam o projeto, pois provavelmente correriam o risco de perder o emprego.
Inalterado, também dentro da Igreja, ficou o grupo que categoricamente rejeita Belo Monte. Embora sejam poucas pessoas em relação à grande massa que é indecisa e opta por uma posição de aguardar “para ver como é que fica“, essa parcela do Povo de Deus mais ativa e combatente não se deixa intimidar nem por ameaças, nem por calúnias, difamações e outros tipos de perseguição.
IHU On-Line – Irmã Ignez Wenzel comentou sobre a desarticulação entre as comunidades indígenas por conta das obras. Quais são as razões desse comportamento? Pesquisadores, antropólogos e religiosos estão mais preocupados com a questão indígena do que os próprios índios?
Dom Erwin Kräutler – A questão é complexa. É perigoso generalizar, afirmando que os indígenas estão menos preocupados. Do mesmo jeito como em toda a sociedade do Xingu (do Brasil e do mundo), há também entre os indígenas diferentes posições em relação a Belo Monte. Religiosos, antropólogos, professores e outros profissionais conhecem talvez melhor os meandros e as propostas insidiosas do sistema neoliberal que está na base do “desenvolvimentismo” que confunde desenvolvimento com crescimento meramente econômico, multiplicação de riqueza material, incremento do PIB, expansão do agronegócio, aumento de produção de biocombustíveis. Os indicadores sociais são colocados em um plano inferior. A defesa do meio ambiente não passa de recheio nos discursos da presidente em Brasília para impressionar quando fala na ONU e em outras oportunidades no exterior como há poucos dias em Paris.
Essa realidade os indígenas, pelo menos os velhos caciques, certamente nunca estudaram e por isso não se dão conta do perigo que correm. No sistema vigente, o que importa é produzir, lucrar, tirar vantagem, consumir. O “ter“ triunfa sobre o “ser“. Esse sistema é cruel e diametralmente oposto ao que os indígenas andinos chamam de Sumak Kawsay (ou “Bem Viver“). É um câncer que dissemina metástases em todo o tecido social. E é uma ilusão pensar que os povos indígenas sejam imunes contra este câncer. Todo o nosso empenho e acompanhamento visam ajudá-los a evitar a contaminação.
Posições
Os Kayapó do Alto Xingu, sob a liderança do cacique-patriarca Raoni Metuktire, rejeitam qualquer barragem do rio. É para eles uma questão fechada. Só que Belo Monte é geograficamente muito distante de suas aldeias e essas, na primeira fase da construção do complexo hidrelétrico do Xingu, não serão impactadas diretamente. Por isso osKayapó do Alto Xingu não mais se manifestaram de modo tão contundente como antes o fizeram quando Raonimesmo veio a Altamira para prestigiar eventos contra Belo Monte.
Outra é a situação dos povos que vivem mais próximos ao canteiro de obras. Aí se percebe nitidamente que a Norte Energia usa de todos os meios para calar os indígenas e impedir que se manifestem. Recebem cestas básicas, voadeiras, combustível, benefícios que nunca imaginaram. Como explicar-lhes que esses presentes são um cavalo de Troia e aceitá-los significa dar um um tiro no próprio pé? Quem antes foi tratado como pária e de repente avança para padrões de príncipe, dificilmente entende uma advertência de que essas regalias são prejudiciais a ele e a seu povo. Na realidade, o dinheiro fácil corrói a sociedade indígena, corrompe lideranças, destrói a organização interna de um povo, faz os índios perder a sua identidade. Tem sistema atrás disso.
Quando os indígenas “deixam de ser indígenas“ perdem também suas terras ancestrais, cobiçadas desde sempre pelas mineradoras, pelos madeireiros e latifundiários. Chamo essa investida contra os índios de “auricídio“ (do latim aurum: ouro). Matam-se os indígenas com dinheiro, entopem-se-lhes as gargantas com dinheiro a ponto de não mais poderem gritar, implanta-se um consumismo desenfreado no seio das comunidades e exterminam-se deliberadamente os valores e a sabedoria milenar de um povo. E o pior é que se afirma em alto e bom som que tudo é feito “em favor dos índios para tirá-los finalmente da era da pedra lascada“. Através do dinheiro se tenta ressuscitar os parâmetros das antigas constituições brasileiras que defendiam “a incorporação dos silvícolas à comunhão nacional“, programa etnocida que achávamos definitivamente superado com a Constituição de 1988.
IHU On-Line – O senhor voltou a dialogar com o governo na tentativa de paralisar Belo Monte? Como vê, nesse sentido, a atuação do Ministério Público Federal, que por vezes determina a paralisação da obra?
Dom Erwin Kräutler – Já em outubro 2009 percebi que o presidente Lula, embora tenha insistido em continuar o que chamou de diálogo, na realidade não estava nada interessado em discutir Belo Monte. Aliás o “diálogo“ de que ele falou não passou de encenação. Tentei ainda um encontro com a Dilma. Fui informado que Gilberto Carvalho, ministro-chefe da Secretaria-Geral da Presidência da República, estaria disposto a receber-me em audiência. Mas poucos dias antes da data marcada para a audiência ele discursou num encontro das pastorais sociais da CNBB e declarou que Belo Monte era irreversível e irrevogável. O que ainda iria fazer no gabinete do ministro? Trocar amenidades e posar para fotos? Já que a declaração do ministro revelou toda a intransigência do governo, eu mesmo cancelei a audiência.
E o papel do Ministério Público Federal? Das 15 ações judiciais contra ilegalidades no licenciamento da construção de Belo Monte, encaminhadas pelo Ministério Público Federal, apenas uma transitou em julgado. Este balanço revela a “importância“ que é dada hoje a este órgão de defesa dos direitos constitucionais do cidadão. Às vezes me dá até dó ver o esforço de nossos Procuradores da República. Será que não se sentem supérfluos e inúteis dentro do poder Judiciário, que não aprecia o seu empenho, engavetando sistematicamente as ações elaboradas com esmero e competência?
IHU On-Line – Como o senhor vê a discussão acerca da mineração no Norte e Nordeste? É possível dizer que Belo Monte servirá para facilitar a mineração?
Dom Erwin Kräutler – Respondo com a pesquisadora Telma Monteiro, que colabora com o Xingu Vivo para Sempree quem estimo muito. Num artigo publicado no Correio da Cidadania (11-09-2012) ela adverte que “a implantação do projeto da hidrelétrica Belo Monte é a forma de viabilizar definitivamente a mineração em terras indígenas e em áreas que as circundam, em particular na Volta Grande, trecho de mais de 100 quilômetros que vai praticamente secar com o desvio das águas do Xingu. E é justamente nas proximidades do barramento principal, no sítio Pimental, que está sendo montado o maior projeto de exploração de ouro do Brasil, que vai aproveitar o fato de que a Volta Grande ficará seca por meses a fio com o desvio das águas do rio Xingu“. Critica ainda: “Incrível como, além das hidrelétricas, os projetos de mineração, na visão do governo federal e do governo do Pará, também se tornaram a panaceia para solucionar todos os problemas não resolvidos de desenvolvimento social. Papel que seria obrigação do Estado, com o dinheiro dos impostos pago pelos cidadãos de bem“. Sempre o mesmo lero-lero que já estamos cansados de ouvir: os problemas sociais da Amazônia só poderão ser solucionados se, de mão beijada, a lotearmos e entregarmos lote por lote a empresas estrangeiras. Desta vez a felizarda é a Belo Sun Mining Corporation com sede em Toronto, Canadá, que em breve auferirá lucros astronômicos rindo da cara dos brasileiros. E ainda há quem brada que a “Amazônia é nossa“ e repete o discurso de Lula em 2007: “Precisamos dizer que somos os donos da Amazônia e que sabemos cuidar das nossas florestas, da nossa água, não precisa ninguém dar palpite”. Quem são realmente os donos? Sabemos realmente cuidar das nossas florestas, da nossa água? Não seria mais correto chorar desde já a mãe Amazônia pois ela foi vendida ao grande capital para ser violentada sem escrúpulos até morrer de inanição!
IHU On-Line – Daqui dois anos o senhor enviará ao Papa o pedido de renúncia, conforme denomina o Direito Canônico. O senhor já faz planos para os próximos anos? Pretende continuar na região do Xingu?
Dom Erwin Kräutler – O Cânone 401 § 1 do Direito Canônico reza que o bispo “que tiver completado setenta e cinco anos de idade, é solicitado a apresentar a renúncia do ofício ao Sumo Pontífice, que, ponderando todas as circunstâncias, tomará providências“. Em outra palavras: é o Papa que decide se aceita logo a renúncia ou se pede ao bispo continuar por mais algum tempo. Não fiz nenhum plano para “o dia seguinte“, mas tornar-se bispo “emérito“, logicamente não significa “entregar os pontos“. Meu empenho em favor da dignidade e dos direitos dos povos indígenas, dos ribeirinhos, das mulheres, das crianças, dos jovens, dos expulsos de casa e terra, dos agredidos e machucados, enfim, de todos os “excluídos do banquete da vida“ e minha defesa do meio ambiente, o “lar“ que Deus criou para todos nós, vão continuar enquanto Deus me der o fôlego.
IHU On-Line – Como é para o senhor viver no Brasil, especialmente num estado em que há milhares de problemas sociais, ambientais, numa conjuntura completamente diferente da sua origem?
Dom Erwin Kräutler – Cheguei a Altamira em dezembro de 1965, ainda jovem. A decisão pelo Xingu foi uma decisão pessoal. Os superiores religiosos apenas concordaram e me deram luz verde. Jamais me arrependi de ter feito esta opção. O Xingu tornou-se minha terra, o chão em que vivo a minha vida. Não nego as minhas raízes e não deixei de amar o país da minha família e de meus antepassados, mas nunca cultivei saudosismos para com a terra onde nasci, avaliando o que na Áustria estaria melhor ou analisando a conjuntura de lá, comparando-a com os problemas que aqui enfrentamos.
Tempos atrás redigi uma mensagem que muitas vezes já foi usada em celebrações de envio de missionárias e missionários. Esse texto traduz o que ser missionário sempre significou para mim:
“Vai meu irmão, minha irmã! Lá, em tua nova missão, em tua nova terra, em tua nova pátria, anunciarás Jesus Cristo e o seu Evangelho. Servirás aos pobres, aos excluídos do banquete da vida, lavando-lhes os pés. Falarás com quem nunca andou ou não anda mais conosco.
Aproximar-te-ás com muito carinho a um povo com cultura e tradições diferentes. Chegando lá, estranharás, sem dúvida, os costumes e usos locais. Mas, não imporás as tuas ideias! Não apresentarás o país que te viu nascer como paraíso! Não dirás nunca que no lugar onde te criaste, as coisas estão bem melhores!
Não darás nunca a impressão de que vieste para ensinar, para civilizar, para instruir, para colonizar! Jamais violentarás a alma do povo que, doravante, será o teu povo!
Oferecerás simplesmente o testemunho de tua fé, de tua esperança e de teu amor, e darás a tua vida até o fim, até as últimas consequências! Assim, tu terás o privilégio e a felicidade de viver a graça de todas as graças: encontrarás o Senhor que disse: 'Depois que eu ressuscitar, irei à vossa frente para a Galileia' (Mc 14,28). Missão é sempre ir à Galileia, às Galileias de todos os continentes!“
IHU On-Line – Depois de todos esses anos na região, qual foi a luta mais difícil na sua trajetória?
Dom Erwin Kräutler – Sempre lembro com carinho nosso empenho em 1987-1988 durante a Assembleia Nacional Constituinte para que os direitos indígenas fossem inscritos na Constituição da República. Foi uma luta sem tréguas, mas os povos indígenas e nós, os seus aliados, saímos vitoriosos. Para quem quiser conferir, há um capítulo específico na Carta Magna do País que fala “Dos Índios“ (Art. 231 e 232). Essa luta, porém não terminou. Trata-se de concretizar o que está escrito aí.
A luta mais desgastante, no entanto, é sem dúvida a que travamos contra a hidrelétrica Belo Monte, que já dura tantos anos.
IHU On-Line – Estamos na época do Advento. O que esta época de natividade, como nascimento de Jesus, pode trazer de reflexão para os dias de hoje, para os governantes, especialmente em relação a Belo Monte?
Dom Erwin Kräutler – Eu não sei se o sentido profundo do Advento e Natal mexe com o coração de nossos governantes, ministros e outros membros do governo. Talvez nem falem mais em Natal. Preferem substituir a lembrança do Nascimento de Jesus com um termo mais secularizado: “Festas de Fim de Ano“. E muito menos sei se esta gente, ouvindo eventualmente o “Noite Feliz“, se lembra das famílias expulsas de suas terras por causa de Belo Monte. Essas famílias não experimentam nada de noite feliz, enquanto os responsáveis pela sua desgraça se banqueteiam em confraternizações com as mais finas iguarias, regadas a bebidas seletas.
IHU On-Line – O que a experiência de Jesus Libertador pode ensinar e inspirar a prática cristã de hoje?
Dom Erwin Kräutler – Responder a essa pergunta equivaleria a uma dissertação sobre os fundamentos e toda a história da Teologia da Libertação e sua contribuição valiosa para a Igreja na Amazônia, especialmente para as Comunidades Eclesiais de Base – CEBs, que continuam sendo o chão concreto em que esta forma de reflexão teológica até hoje está dando seus frutos e que gerou seus mártires. Precisaria também desmontar todos os mal-entendidos a respeito desta teologia, disseminados pelo Brasil e mundo afora, especialmente em ambientes em que se fecham os olhos e se tapam os ouvidos diante das injustiças de um sistema desumano, excludente, opressor e de violências estruturais que causam a morte de tantos homens, mulheres e crianças e do meio ambiente em que vivem.
IHU On-Line – Deseja acrescentar algo?
Dom Erwin Kräutler – Sim, votos de um abençoado Advento e Santo Natal do Senhor. Que Deus nos conceda sua graça e paz, neste Natal, durante o Ano Novo e sempre.
IHU On-Line – O senhor voltou a dialogar com o governo na tentativa de paralisar Belo Monte? Como vê, nesse sentido, a atuação do Ministério Público Federal, que por vezes determina a paralisação da obra?
Dom Erwin Kräutler – Já em outubro 2009 percebi que o presidente Lula, embora tenha insistido em continuar o que chamou de diálogo, na realidade não estava nada interessado em discutir Belo Monte. Aliás o “diálogo“ de que ele falou não passou de encenação. Tentei ainda um encontro com a Dilma. Fui informado que Gilberto Carvalho, ministro-chefe da Secretaria-Geral da Presidência da República, estaria disposto a receber-me em audiência. Mas poucos dias antes da data marcada para a audiência ele discursou num encontro das pastorais sociais da CNBB e declarou que Belo Monte era irreversível e irrevogável. O que ainda iria fazer no gabinete do ministro? Trocar amenidades e posar para fotos? Já que a declaração do ministro revelou toda a intransigência do governo, eu mesmo cancelei a audiência.
E o papel do Ministério Público Federal? Das 15 ações judiciais contra ilegalidades no licenciamento da construção de Belo Monte, encaminhadas pelo Ministério Público Federal, apenas uma transitou em julgado. Este balanço revela a “importância“ que é dada hoje a este órgão de defesa dos direitos constitucionais do cidadão. Às vezes me dá até dó ver o esforço de nossos Procuradores da República. Será que não se sentem supérfluos e inúteis dentro do poder Judiciário, que não aprecia o seu empenho, engavetando sistematicamente as ações elaboradas com esmero e competência?
IHU On-Line – Como o senhor vê a discussão acerca da mineração no Norte e Nordeste? É possível dizer que Belo Monte servirá para facilitar a mineração?
Dom Erwin Kräutler – Respondo com a pesquisadora Telma Monteiro, que colabora com o Xingu Vivo para Sempree quem estimo muito. Num artigo publicado no Correio da Cidadania (11-09-2012) ela adverte que “a implantação do projeto da hidrelétrica Belo Monte é a forma de viabilizar definitivamente a mineração em terras indígenas e em áreas que as circundam, em particular na Volta Grande, trecho de mais de 100 quilômetros que vai praticamente secar com o desvio das águas do Xingu. E é justamente nas proximidades do barramento principal, no sítio Pimental, que está sendo montado o maior projeto de exploração de ouro do Brasil, que vai aproveitar o fato de que a Volta Grande ficará seca por meses a fio com o desvio das águas do rio Xingu“. Critica ainda: “Incrível como, além das hidrelétricas, os projetos de mineração, na visão do governo federal e do governo do Pará, também se tornaram a panaceia para solucionar todos os problemas não resolvidos de desenvolvimento social. Papel que seria obrigação do Estado, com o dinheiro dos impostos pago pelos cidadãos de bem“. Sempre o mesmo lero-lero que já estamos cansados de ouvir: os problemas sociais da Amazônia só poderão ser solucionados se, de mão beijada, a lotearmos e entregarmos lote por lote a empresas estrangeiras. Desta vez a felizarda é a Belo Sun Mining Corporation com sede em Toronto, Canadá, que em breve auferirá lucros astronômicos rindo da cara dos brasileiros. E ainda há quem brada que a “Amazônia é nossa“ e repete o discurso de Lula em 2007: “Precisamos dizer que somos os donos da Amazônia e que sabemos cuidar das nossas florestas, da nossa água, não precisa ninguém dar palpite”. Quem são realmente os donos? Sabemos realmente cuidar das nossas florestas, da nossa água? Não seria mais correto chorar desde já a mãe Amazônia pois ela foi vendida ao grande capital para ser violentada sem escrúpulos até morrer de inanição!
IHU On-Line – Daqui dois anos o senhor enviará ao Papa o pedido de renúncia, conforme denomina o Direito Canônico. O senhor já faz planos para os próximos anos? Pretende continuar na região do Xingu?
Dom Erwin Kräutler – O Cânone 401 § 1 do Direito Canônico reza que o bispo “que tiver completado setenta e cinco anos de idade, é solicitado a apresentar a renúncia do ofício ao Sumo Pontífice, que, ponderando todas as circunstâncias, tomará providências“. Em outra palavras: é o Papa que decide se aceita logo a renúncia ou se pede ao bispo continuar por mais algum tempo. Não fiz nenhum plano para “o dia seguinte“, mas tornar-se bispo “emérito“, logicamente não significa “entregar os pontos“. Meu empenho em favor da dignidade e dos direitos dos povos indígenas, dos ribeirinhos, das mulheres, das crianças, dos jovens, dos expulsos de casa e terra, dos agredidos e machucados, enfim, de todos os “excluídos do banquete da vida“ e minha defesa do meio ambiente, o “lar“ que Deus criou para todos nós, vão continuar enquanto Deus me der o fôlego.
IHU On-Line – Como é para o senhor viver no Brasil, especialmente num estado em que há milhares de problemas sociais, ambientais, numa conjuntura completamente diferente da sua origem?
Dom Erwin Kräutler – Cheguei a Altamira em dezembro de 1965, ainda jovem. A decisão pelo Xingu foi uma decisão pessoal. Os superiores religiosos apenas concordaram e me deram luz verde. Jamais me arrependi de ter feito esta opção. O Xingu tornou-se minha terra, o chão em que vivo a minha vida. Não nego as minhas raízes e não deixei de amar o país da minha família e de meus antepassados, mas nunca cultivei saudosismos para com a terra onde nasci, avaliando o que na Áustria estaria melhor ou analisando a conjuntura de lá, comparando-a com os problemas que aqui enfrentamos.
Tempos atrás redigi uma mensagem que muitas vezes já foi usada em celebrações de envio de missionárias e missionários. Esse texto traduz o que ser missionário sempre significou para mim:
“Vai meu irmão, minha irmã! Lá, em tua nova missão, em tua nova terra, em tua nova pátria, anunciarás Jesus Cristo e o seu Evangelho. Servirás aos pobres, aos excluídos do banquete da vida, lavando-lhes os pés. Falarás com quem nunca andou ou não anda mais conosco.
Aproximar-te-ás com muito carinho a um povo com cultura e tradições diferentes. Chegando lá, estranharás, sem dúvida, os costumes e usos locais. Mas, não imporás as tuas ideias! Não apresentarás o país que te viu nascer como paraíso! Não dirás nunca que no lugar onde te criaste, as coisas estão bem melhores!
Não darás nunca a impressão de que vieste para ensinar, para civilizar, para instruir, para colonizar! Jamais violentarás a alma do povo que, doravante, será o teu povo!
Oferecerás simplesmente o testemunho de tua fé, de tua esperança e de teu amor, e darás a tua vida até o fim, até as últimas consequências! Assim, tu terás o privilégio e a felicidade de viver a graça de todas as graças: encontrarás o Senhor que disse: 'Depois que eu ressuscitar, irei à vossa frente para a Galileia' (Mc 14,28). Missão é sempre ir à Galileia, às Galileias de todos os continentes!“
IHU On-Line – Depois de todos esses anos na região, qual foi a luta mais difícil na sua trajetória?
Dom Erwin Kräutler – Sempre lembro com carinho nosso empenho em 1987-1988 durante a Assembleia Nacional Constituinte para que os direitos indígenas fossem inscritos na Constituição da República. Foi uma luta sem tréguas, mas os povos indígenas e nós, os seus aliados, saímos vitoriosos. Para quem quiser conferir, há um capítulo específico na Carta Magna do País que fala “Dos Índios“ (Art. 231 e 232). Essa luta, porém não terminou. Trata-se de concretizar o que está escrito aí.
A luta mais desgastante, no entanto, é sem dúvida a que travamos contra a hidrelétrica Belo Monte, que já dura tantos anos.
IHU On-Line – Estamos na época do Advento. O que esta época de natividade, como nascimento de Jesus, pode trazer de reflexão para os dias de hoje, para os governantes, especialmente em relação a Belo Monte?
Dom Erwin Kräutler – Eu não sei se o sentido profundo do Advento e Natal mexe com o coração de nossos governantes, ministros e outros membros do governo. Talvez nem falem mais em Natal. Preferem substituir a lembrança do Nascimento de Jesus com um termo mais secularizado: “Festas de Fim de Ano“. E muito menos sei se esta gente, ouvindo eventualmente o “Noite Feliz“, se lembra das famílias expulsas de suas terras por causa de Belo Monte. Essas famílias não experimentam nada de noite feliz, enquanto os responsáveis pela sua desgraça se banqueteiam em confraternizações com as mais finas iguarias, regadas a bebidas seletas.
IHU On-Line – O que a experiência de Jesus Libertador pode ensinar e inspirar a prática cristã de hoje?
Dom Erwin Kräutler – Responder a essa pergunta equivaleria a uma dissertação sobre os fundamentos e toda a história da Teologia da Libertação e sua contribuição valiosa para a Igreja na Amazônia, especialmente para as Comunidades Eclesiais de Base – CEBs, que continuam sendo o chão concreto em que esta forma de reflexão teológica até hoje está dando seus frutos e que gerou seus mártires. Precisaria também desmontar todos os mal-entendidos a respeito desta teologia, disseminados pelo Brasil e mundo afora, especialmente em ambientes em que se fecham os olhos e se tapam os ouvidos diante das injustiças de um sistema desumano, excludente, opressor e de violências estruturais que causam a morte de tantos homens, mulheres e crianças e do meio ambiente em que vivem.
IHU On-Line – Deseja acrescentar algo?
Dom Erwin Kräutler – Sim, votos de um abençoado Advento e Santo Natal do Senhor. Que Deus nos conceda sua graça e paz, neste Natal, durante o Ano Novo e sempre.
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